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Sueño devenido pesadilla

1 de abril de 2019

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Cuando Theresa May logró que la mayor parte de los británicos aprobaran en referendo su proyecto de abandonar la Unión Europea o Brexit (B, de Great Britain y exit, salida) parecía que la reaccionaria premier había conseguido sin muchos problemas su sueño de una nación libre de ataduras, con todas las ganancias que generara , sin contar con nadie –además de que la UE nunca representó una panacea–, pero olvidando que la unidad también hace la fuerza y, al menos, aunque diluido, pudiera existir un hálito de solidaridad, nunca  implementado con los estados pequeños, como Grecia.

Pero el posible sueño se convirtió en pesadilla, cuando la UE exigió que tenía que cumplir con onerosas condiciones impuestas a los miembros que dejaran la entidad, lo cual le hizo cambiar tres veces el proyecto, todas las veces rechazado por el Parlamento, incluidos 116 legisladores de su Partido Conservador.

La salida señalada para el 12 de abril es virtualmente imposible de cumplir en las actuales condiciones, por lo cual el Parlamento Europeo ha convocado a una junta extraordinaria dos días antes, con el fin de decidir si se pone en un limbo a Gran Bretaña, o se puede establecer un Brexit más duro, o dar una prórroga de por lo menos un año antes de llegar a una decisión final.

En fin, que el aliento abierto de la ultraderecha europea y menos de Trump, enemigo de Trump –enemigo del  multilateralismo y de las uniones, si no es bajo la férula estadounidense– han hecho que May se encuentre anonadada, casi sin respirar, por la halitosis que se ha creado, a tal punto que ha ofrecido renunciar, si su proyecto es aprobado.

De todas maneras, la oposición laborista ya ha propuesto que se hagan nuevas elecciones y los enemigos del Brexit quieren también que se realice otro referendo, ante el evidente arrepentimiento de los británicos en la ocasión anterior.

Los dirigentes de la UE abrieron la posibilidad de un aplazamiento si el acuerdo de retirada no es adoptado, y a condición de que se produzca un cambio significativo entretanto.

Theresa May dijo el miércoles que ya no estará en el cargo para esas negociaciones y, en ese caso, le correspondería a otro gobierno reabrirlas con Bruselas.

Un aplazamiento de larga duración debería ocupar todo el 2019, advirtió la Comisión Europea, y debería ser aprobado por los 27 estados miembros, lo cual implicaría que el Reino Unido participe en las elecciones europeas de mayo.

Ese escenario, que May rechaza, no puede ser excluido ante el caos político reinante en el Reino Unido.

Según el Tribunal de Justicia europeo, el Reino Unido puede decidir solo que renuncia a abandonar la UE, sin la autorización de los otros Estados miembros.

Pero ese giro imprevisto “no es posible políticamente” sin la organización de nuevas elecciones o un nuevo referendo, según un miembro independiente de la Cámara de los Lores, John Kerr.

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