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Son muchas muertes…, y las que faltan

4 de abril de 2015

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Nunca los medios informativos occidentales han mencionado que una cifra similar de cuatro millones de muertos fueron causadas en cada una de las agresiones de Estados Unidos a la República Popular Democrática de Corea y Vietnam, y mucho menos que ya pasan de dos millones la realizada contra Iraq y hoy continúa en Afganistán y parte del territorio de Paquistán.
Porque aun quedan cerca de 10 000 soldados norteamericanos en Afganistán para apuntalar la “victoria” del invasor, dicen, en tanto drones atacan y arrasan diariamente zonas donde presumiblemente están los talibanes y otros grupos rebeldes, todos demonizados por el Imperio en esa guerra contra el terrorismo que declaró en el 2011, utilizando los aun no muy bien aclarados atentados contra las Torres Gemelas neoyorquinas y el más controvertido del Pentágono, en Washington.
Pero mientras el nuevo presidente afgano, bendecido, claro, por el establishment norteamericano, visita a su “madre patria” y honra a los miles de soldados estadounidenses enterrados en el Cementerio Nacional de Arlington, es muy difícil que espere igual gesto del mandatario Barack Obama en los cementerios afganos donde se encuentran las víctimas de la agresión, sin contar las que fueron pulverizadas en acciones en las que se utilizaron armas reactivas y otras como experimentos en los “conejillos de Indias” locales.
Es decir, que la guerra más larga en la historia de Estados Unidos continúa y no se vislumbra su fin, conociendo de la resistencia de siglos de los afganos contra todo tipo de invasión, incluida la de los colonialistas británicos, quienes nunca pudieron doblegarlos.
Ahora hay fuertes referencias a la desestabilización que Estados Unidos y sus aliados han causado en Afganistán, Iraq y otros países, que ello es similar a lo ocurrido en Vietnam y que nunca ha sido bien explicado.
O sea, el público norteamericano vive aislado de los efectos y no entiende la ira de la gente que ha sufrido la guerra en Iraq durante 12 años, e incluso por más tiempo en Afganistán.
En este contexto la periodista Amy Goodman escribió en el semanario izquierdista norteamericano Democracy Now! que Obama, en un intercambio de prisioneros, logró liberar al soldado Bowe Bergdani, quien estuvo cinco años en poder del Talibán, con el fin de enjuiciarlo por presuntos delitos de deserción y “mala conducta ante el enemigo”.
Bergdani ahora afronta un consejo de guerra y podría ser condenado a cadena perpetua, porque no quiso matar a otro ser humano, esa es la cuestión.
En este sentido, el médico Robert M. Gould escribió en el prólogo del informe Conteo de Bajas, de la organización ganadora del Premio Nobel de la Paz, Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear, que “minimizar la responsabilidad de las fuerzas aliadas en la masacre y la destrucción generalizada de la región era un objetivo de gran importancia en términos políticos”.
Y es que son muchas muertes…, y las que faltan.

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