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Solucionando problemas

28 de enero de 2015

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Entrando casi en el segundo mes de este 2015, la República Popular China sigue demostrando que su política de reforma y apertura le hace mantener estable el crecimiento, optimismo en la solución de sus problemas y firmeza en el combate a la corruptela.
Se pronosticó que la nación socialista asiática pudiera tener en el 2014 un mal año en el crecimiento del Producto Interno Bruto, pero este fue de 7,4%, algo, muy poco, menos de lo esperado, pero manteniendo el ritmo estable del continente asiático, donde la India volvió a tener un buen repunte.
El director de la Oficina Nacional de Estadísticas, Ma Jiantang, atribuyó el menor crecimiento del 2014 al “complicado y volátil entorno internacional y la intensa tarea de mantener el desarrollo doméstico, las reformas y la estabilidad”.
La economía china, añadió Ma, operó el año pasado “bajo la nueva normalidad”, el término oficial para designar al crecimiento a ritmos menos intensos que los de las últimas décadas.
En todo caso, matizó el director de la Oficina Nacional de Estadísticas, China mostró en el 2014 “un buen empuje y un crecimiento estable”.
El gobierno, que mantiene el objetivo de un trasvase paulatino a un sistema menos inestable, ha avanzado que su objetivo es mantener el crecimiento en torno al 7,5%.
De todas maneras, Beijing superó las previsiones que le daban al respecto, por lo cual no está obligado a tomar medidas inmediatas, es decir, no pasa nada grave y, por el contrario, está en el camino correcto para superar su problema de estancamiento del crédito, uno de los mayores riesgos que afronta el país.
Al respecto, sigue adelante con el ambicioso proyecto de cambiar el modelo económico chino, al mantener su plan de incentivar la expansión ferroviaria, con el fin de activar la demanda interna y su programa para suavizar las exigencias a la banca, lo que tendría que ayudar a mover el dinero.
Además, ya fue superada la quiebra de empresas estatales que no pudieron por sí solas pagar sus deudas, sin salvataje oficial, algo sin precedentes en la historia de la República Popular China; así como la depreciación del yuan y la contracción del comercio exterior, debido a la crisis mundial.
Que los ojos de los especialistas estén fijos en China no es algo antinatural, por el contrario. Además de ser el mayor demandante de materias primas y el principal cliente de la mayoría de países emergentes, también explica tres cuartas partes del crecimiento de la demanda de energía global, porque por algo es la segunda economía del planeta, aunque aun una nación emergente en desarrollo.

 

NADA POR QUÉ ASUSTARSE

 

En todo caso, el presidente chino, Xi Jinping, ha manifestado que, en la medida en que el empleo siga aumentando y el crecimiento se mantenga en rangos razonables, no debería asustar una cierta lentitud de la economía, puesto que ello es parte de la nueva normalidad que vive la potencia asiática.
Desde la introducción de las reformas económicas en 1978, China ha sido la economía de más rápido crecimiento del mundo, alcanzando en el 2014 la primacía mundial en términos de PIB medido en paridad de poder adquisitivo y manteniéndose como la segunda potencia por PIB nominal.
Además, el mayor exportador e importador de bienes y la primera potencia industrial, dispone del ejército más numeroso del mundo, posee armas nucleares y cuenta con el segundo presupuesto militar después de Estados Unidos.
Independientemente de esto último, China ha ratificado y demostrado su vocación de paz en lo externo, así como combatir el terrorismo, como el que las agencias de inteligencia occidentales introducen en regiones habitadas por etnias minoritarias.
En este sentido, las autoridades han subrayado que mantienen el control de la situación, redoblan la campaña contra la corrupción en las empresas estatales –con la detención de 154 funcionarios que malversaron 147 millones de dólares (ya recuperados)- e intensifican en las universidades, con el estudio del marxismo leninismo, el trabajo ideológico y político, algo imprescindible para el crecimiento en todos los sentidos y la necesaria unidad de la nación más poblada del mundo.

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