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Sobre Uruguay

5 de mayo de 2015

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Por muy optimista que sea, no creo que el actual gobierno uruguayo pueda remedar el espíritu integracionista, humanista y solidario que dejó atrás “Pepe” Mujica, quien hablaba y conversaba con todos, pero siempre con la verdad y la vocación latinoamericanista y antimperialista.
Mientras Mujica tiene una clara orientación latinoamericana y regional, a favor del Mercosur y la Unasur, Tabaré Vázquez parece inclinado a repetir el acercamiento a Estados Unidos que ensayó en su primer gobierno (2005-2010).
El viraje central de la política de Vázquez girará en torno a las relaciones internacionales, propiciando un nuevo alineamiento de Uruguay en la región.
El vicepresidente Raúl Sendic, hijo del principal dirigente guerrillero, desconcertó cuando hizo referencia a la situación en Venezuela: “Ellos están hablando de injerencias externas. Nosotros no tenemos elementos para poder acompañar esa afirmación”. Tomando clara distancia del proceso bolivariano, dijo que Nicolás Maduro debe abrir “un espacio de diálogo permanente con todos los sectores políticos”.
El nuevo canciller, Rodolfo Nin Novoa, quien fue vicepresidente en el primer gobierno de Vázquez, exigió un “sinceramiento” del Mercosur y dijo que el derecho comercial debe estar por encima de la política, en alusión crítica a Mujica.
Desdeñando la integración regional, dijo que “los procesos de integración en América Latina no han alcanzado el desarrollo esperado y se necesitan sinceramientos impostergables para poder estar a la altura de los desafíos del contexto internacional actual”. Según el politólogo Raúl Zibechi, el “sinceramiento” y el “pragmatismo” que postula tienen nombres y apellidos: Malas relaciones con Argentina, desconfianza con Brasil y Venezuela, distancias crecientes con el Mercosur y mano tendida a los gobiernos que conforman la Alianza del Pacífico (Perú, Colombia, México y Chile).
El primero en alertar sobre el asunto fue el propio Mujica, quien en una de sus últimas entrevistas como presidente adelantó que el nuevo canciller “no tendrá el perfil latinoamericanista y puede ser una de las contradicciones que tenemos dentro del frente”, recogió el diario uruguayo Brecha.
El papel de Uruguay en la región puede ser uno de los cambios más notables en los próximos años. Si se alineara nuevamente con Estados Unidos, en esta ocasión con la Alianza del Pacífico, estaría dañando al Mercosur y a la integración regional. La situación geopolítica actual es mucho más compleja que la de cinco años atrás.
Como Estados Unidos está jugando pesado en todo el mundo y también en la región, el homólogo de Tabaré en Ecuador, Rafael Correa, denunciando a ese tipo de tendencia, subrayó hace unos días que descarta la entrada de su país a la Alianza, por considerar que se trata de un “mecanismo de libre mercado”, y sería poco menos que “suicida” hacerlo, porque implicaría perder la política comercial y los instrumentos para equilibrar el sector externo.
Ya en esta página web habíamos comentado anteriores declaraciones al respecto de Correa, quien señaló que se trata, además, de una cuestión ideológica, pues “nosotros en visión de política económica somos más cercanos al Mercado Común del Sur (Mercosur)”. Por eso, la posición uruguaya se torna endeble, al dar pábulo a la ofensiva mediática occidental a favor de la Alianza del Pacífico y en detrimento del Mercosur y la Alianza Bolivariana para los pueblos de América (ALBA), a los que califica respectivamente de inútil modelo de integración e instrumento político de la izquierda.
Así, pese a la llegada democrática de un nuevo gobierno a Uruguay, con indudable respaldo popular, el imperialismo aprovecha la crisis económica mundial y disímiles problemas políticos para, con el disfraz del libre comercio, aprovechar los momentos difíciles para la integración que vive América Latina, y utiliza a la Alianza del Pacífico y su penetración en Uruguay como parte de su estrategia para impedir la unión.

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