ribbon

Sepamos defender lo nuestro

9 de febrero de 2018

|

 

Lo nuestro no es perfecto y hacerlo mejor cada día es el reto que tenemos todos. Pero hay que lograrlo defendiéndolo. No quiere decir que las críticas sean malas y que los errores no quepan en una obra humana como esta. Pero tenemos en nuestras manos, y sobre todo, en nuestras inteligencias, las herramientas vitales para conseguir nuestras aspiraciones mayores.

Y recurro al tema porque estamos en tiempos donde se entrecruzan varias generaciones de cubanos y donde se hace necesario –imprescindible– que unos y otros sepamos cumplir con la parte que nos toca. Pero, repito, defendiendo lo nuestro.

Es por ello que no acepto, ni podría aceptar, esos cuestionamientos sin argumentos, en los que se ven involucrados principalmente algunos jóvenes, y también otros no tan jóvenes con vocación de “tener todas las soluciones”, y que cuando se habla con ellos sus teorías son demasiado fáciles de desmontar pues se sustentan sobre supuestos recogidos de voces foráneas y algunas locales, que hacen o tratan de hacer hasta lo imposible por echar abajo la obra nuestra.

En estos días me encontré a alguien que se aferraba a nuestro fracaso porque entró a varias tiendas y no encontró papel sanitario. O porque buscaba bombillos ahorradores y no había. O el caso de una pareja de matrimonio interesada en pintar su cuarto y no poder  hacerlo del color deseado porque las pocas pinturas que hay en el mercado, “ninguna le cuadra”.

Pueden ser, en todos los casos y muchos más, realidades que se aprecian en un mercado donde se dan la mano las insuficiencias locales con la falta de las divisas necesarias para que el país pueda importar productos deficitarios.

Estoy seguro que un poco de todo se mezcla en ese  panorama, pero, de ninguna manera, puedo calificar de “fracasada” una obra tan humana como la nuestra y tan necesaria de que seamos capaces de criticarla, pero primero que todo, DEFENDERLA.

Todo análisis al respecto, para considerarlo serio y objetivo, tiene que pasar por realidades como las de que somos una pequeña isla, un país del Tercer Mundo, y al que los gobiernos de la nación más poderosa económica y militarmente, se han propuesto, por todas las vías, descalificarla primero y destruirla después.

Ahora, en tiempos de elecciones, los poderosos vecinos piden “comicios que cumplan con los parámetros estadounidenses y que satisfagan el interés del vecino poderoso”. Si no es así, las elecciones en Cuba “no serán democráticas”. Las  de Estados Unidos sí, aunque se elija a un presidente multimillonario, por encima de su adversaria más cercana quien alcanzara muchos más votos que él.

Pasa lo mismo con el cacareado tema de los derechos humanos. Sanciones van y sanciones vienen para el pueblo cubano porque aquí “no se respetan los derechos humanos”. ¡Qué horror”!, hablar de respeto a los derechos humanos desde administraciones vinculadas todas con los más grandes genocidios como los cometidos contra el pueblo iraquí, invadido y ocupado. O contra Siria donde las fuerzas militares del Pentágono, con la verborrea mediática de que luchan contra los terroristas, han matado a cientos de niños, mujeres y hombres civiles o emprenden bombardeos contra el ejército sirio que sí lucha encarnizadamente contra los terroristas del llamado Estado Islámico o los amigos de Washington del Frente Al Nusra –terrorista también–.

¿Qué moral más frágil para los gobiernos stadounidenses que a pesar de las grandes riquezas de su nación, cuenta con 41 millones de ciudadanos pobres; 13,3 millones de niños en la pobreza, más de medio millón de personas sin techo, es decir que no tienen donde vivir o lo hacen bajo puentes.

¿Cómo puede hablar de derechos humanos un gobierno que no ha sabido o no ha querido resolver un tema tan humano y tan sensible como el de 16 millones de analfabetos con que actualmente cuenta?

Resulta el peor de los chistes que Donald Trump hable de derechos humanos y exija que otros países cumplan con ellos, cuando este magnate-presidente se propone, de todas, todas, dejar a 23 millones de los ciudadanos de su país sin ninguna garantía de atención médica, con su llamada “reforma sanitaria”.

No obstante, Trump y su séquito han hecho aprobar un presupuesto militar para el presente año 2018, que supera los 700 000 millones de dólares.

A nosotros, a los cubanos que queremos a Cuba –y somos la gran mayoría de la población– nos toca, cada día, minuto, hora o segundo, metabolizar nuestra realidad, hacer cada vez más nuestra la obra que levantamos, comprometernos con ella y contribuir a superarla para hacerla cada vez más justa y más nuestra.

No debemos marearnos con cantos de sirena llegados desde el Norte como si fuesen frentes fríos de la temporada invernal.

Comentarios