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Señal ominosa

8 de marzo de 2016

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Los recientes acontecimientos políticos en América Latina confirman el camino emprendido por el imperialismo desde hace seis años, con el fin de eliminar a los gobiernos que tratan de librarse de su hegemonía.
Antes de proseguir, pienso que el camino del Imperio se ha allanado en parte, cuando desde la gobernanza no se toman las medidas enérgicas necesarias, a fin de obtener un mayor control económico y mediático.
Esto es extremadamente importante, porque el control oligárquico al respecto hace difícil actuar con consecuencia para detener las ínfulas que limitan el control estatal y expanden el dañino neoliberalismo.
No solo bastan los recientes ejemplos de resultados adversos y diversos electorales en Argentina, Venezuela y Bolivia, sino la campaña mediática y de regímenes disgustos a transar con Washington para “serruchar el piso” a entes tan propios y prometedores como la Comisión Económica Latinoamericana y del Caribe (CELAC), la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) y el Banco del Sur, todos los cuales tienen bases suficientes para impedir el desmán y apuntalar económicamente por lo menos a Latinoamérica en general.
No solo el imperialismo sigue estableciendo y ampliando sus bases en la región, sino que moderniza su IV Flota, mientas, en el plano político-económico –sin abordar el tema d la Base de Guantánamo–mantiene intacto el bloqueo a Cuba, no obstante acercamientos mayormente cosméticos, por sus modestos alcances.
Porque no hay que olvidar que la historia enseña que el imperialismo siempre está dispuesto a castigar cualquier desavenencia, aunque ahora no emplee abiertamente el estilo de los viejos “golpes de Estado”, pero subrayo que EE.UU. no acepta que el área latinoamericana se sustraiga de su dominio.
Y es que sigue vigente aquel dicho del ex secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, quien antes de ordenar el genocidio en Chile en 1973, expresó que “es inaceptable que el socialismo llegue a Chile, lo cual muestra simplemente la irresponsabilidad del pueblo chileno”.
Esto sigue vigente, aunque no se trate siempre de implantar el socialismo u otro modo progresista que rechace el neoliberalismo.
Pero además del modo de propiciar y apoyar un golpe de Estado, la vida demuestra que están los “otros apoyos” de respaldo a la derecha, como ocurre en estos momentos en varios países latinoamericanos y sucedió antes coincidentemente en Chile, para propiciar la llegada de Sebastián Piñera al poder, lo cual trajo que, posteriormente, la denominada izquierda chilena haya abandonado su compromiso de reformas sociales.
Es decir, de diferentes maneras, con la aquiescencia norteamericana, se han estado obstaculizando y a veces eliminando los gobiernos reformistas, a fin de regresar a los regímenes oligárquicos.
Este ataque imperial, latente y pernicioso desde el pasado 2015, no debe ser ignorado.

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