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Segundos que cuentan

4 de agosto de 2016

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Corresponde al Consejo Noruego de Refugiados la aseveración de que cada segundo, una persona resulta desplazada por un desastre climático.
Estaría incompleta la noticia si no tuviéramos en cuenta que solo en el año 2015, más de 19,2 millones de personas tuvieron que desplazarse de su entorno debido a fenómenos de la naturaleza ocurridos en 113 países, según reporta IPS.
La cifra—enfatiza el citado organismo— equivale a entre tres y diez veces más personas que los desplazados por las distintas guerras que azotan muchas partes del mundo.
Se trata, sin lugar a dudas, de una realidad presente, a la que aún cuando ha sido tema de debate en cumbres y otras reuniones internacionales, no tiene la prioridad que urge en cada uno de los países.
El llamado “cambio climático” está pasando, en mi opinión, por un no menos peligroso camino en el que confluyen la voluntad política de los estados ricos, la marginación y explotación de los recursos en las naciones pobres, y el desenfrenado afán de desarrollo capitalista sin tener en cuenta las emisiones de gases de efecto invernadero que se emiten a la atmósfera.
Resulta abrumadora la cifra de 26 millones de seres humanos que hay actualmente desplazados por fenómenos naturales como inundaciones y tormentas, y de igual forma por las grandes sequías que hacen imposible la producción de alimentos.
Hay que reconocer y enfrentar que también los emigrantes por razones climáticas forman parte de la actual emergencia humanitaria que espera respuestas verdaderas y no solo discusiones que parecen quedar en los fríos escenarios de los organismos internacionales.
Vale citar lo expresado por Jan Egeland, secretario general del Consejo Noruego de Refugiados, y uno de los más activos participantes en las discusiones de la recién celebrada Cumbre Humanitaria de Estambul, cuando alertó que “nunca antes desde la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) la gente necesitó tanta ayuda como ahora”.
“El sistema humanitario fracasa en su deber de proteger a la población civil”, lamentó el especialista, quien dijo a IPS que “espera que los líderes del mundo puedan preguntarse si por lo menos pueden parar de dar armas y dinero a los grupos armados que sistemáticamente violan el derecho humanitario, bombardean hospitales y escuelas y abusan de mujeres, niñas y niños”.
Por su parte, la Organización Internacional para las Migraciones ha pronosticado que serán más de 200 millones los migrantes ambientales para el año 2050.
Los propios organismos internacionales especializados en el tema refieren que las poblaciones costeras están ante un riesgo particular porque un aumento de la temperatura global de entre 1,1 y 3,1 grados centígrados significaría un aumento del nivel del mar de entre 0,36 y 0,73 metros para 2100, lo que tendría un gran impacto en las zonas bajas, como sumersión, inundaciones, erosión e intrusión salina.
El director general de la Organización Internacional para las Migraciones, William Lacy Swing, citado por IPS, confirmó que las víctimas climáticas se suman al número sin precedentes de unas 60 millones de personas, que huyen de la guerra y la persecución.
De hecho, el que cada segundo un individuo de este mundo resulte desplazado por los efectos climáticos, debe ser, más que una advertencia presente, el compromiso de todos para frenar que a esa letal lista se sumen muchos más o lo que es igual, muchos millones de seres humanos cuya única opción es la de huir en busca de opciones que en múltiples ocasiones resultan inexistentes.

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