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Se cayó la careta

10 de abril de 2017

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En sus discursos pre electorales el hoy mandatario norteamericano, Donald Trump, criticó al presidente saliente, Barack Obama, por involucrarse en la guerra contra Siria y llegó a decir que “aquello era un problema que tenían que resolver los propios sirios”.

Muchos –no lo dudo– hasta se entusiasmaron con tales declaraciones, olvidando que una cosa es antes y otra cosa es después en el accionar político norteamericano.

Trump, con un nivel de improvisación desde el mismo día que puso el pie en la Casa Blanca, ha firmado decenas de decretos presidenciales, sobre inmigración, salud, el famoso muro que ya aprobó construir en la frontera con México y otros.

En unos casos, como el de la inmigración y el programa de salud Obamacare, el magnate presidente fue cuestionado en el Congreso y en ambos ha tenido que “recoger soga” y replantearse su idea inicial.

En lo que no ha cambiado ni un ápice es en cuanto a su pasión proteccionista y enriquecedora, al margen de los prejuicios que su actuar pueda causar a otros.

Respecto a política exterior, de lo que dijo a lo que hace ahora, es como del día a la noche. La máscara ha caído cuando –quizás presionado por los halcones que lo asesoran– decidió en cuestión de minutos que se lanzaran 59 misiles Tomahawk contra una base aérea de Siria, causando grandes destrucciones y la muerte de seis sirios.

Quienes le instigaron a involucrarse en la guerra contra Siria, me imagino que sacaran cuentas de que si cada misil lanzado tiene un valor de un millón de dólares, solo ese día, el Complejo Militar de Estados Unidos se echó en sus bolsillos 59 millones, además de lo que se gastó en la logística para el éxito de la misión.

Conviene no olvidar que Trump actúa como instrumento de la maquinaria de guerra, de intereses económicos y políticos y de un sistema mediático a su servicio.

Vale explicar que el ataque con misiles contra una base aérea siria en la provincia de Homs fue lanzado a partir de navíos de la US Navy ubicados en la base naval de Rota, en España.

También que Francia, Reino Unido, Alemania, España y los gobiernos de otros países de la OTAN se apresuraron a manifestar su apoyo al ataque norteamericano.

Una vez más Europa, como un genuino corderito se puso al lado de los agresores, con la misma disposición que ha mostrado en las últimas décadas cuando fuerzas militares de muchos estados europeos han acompañado a Washington en sus aventuras de Irak, Libia, Afganistán y otros países.

En la ONU, en medio de las discusiones a favor y en contra dentro del Consejo de Seguridad, no se vislumbró ninguna resolución condenatoria y un pálido llamado a la “moderación” cerró el debate.

Rusia, en tanto, ha decidido reforzar las defensas antiaéreas sirias y ha movido buques hacia la zona.

En fin, las máscaras de la actual administración norteamericana se han caído y ahora el mundo puede ver el rostro de un presidente y su equipo que no difiere en nada de sus antecesores belicistas.

Una buena conclusión para esta farsa es lo que expresa un analista de prensa: “EE.UU. puede atacar a cualquier país soberano si eso les aporta beneficio, lo llevan haciendo hace décadas por todos los continentes. Luego Hollywood hace una película sobre ello y nos cuentan como lucharon por la “libertad”. La “libertad” para el saqueo.

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