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Saqueadores vientos neoliberales

11 de abril de 2016

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No conforme con organizar el panorama neoliberal que domina en Centroamérica y fustigar a gobiernos progresistas para que emprendan abiertamente tal camino –como lo hace Macri en Argentina– , el imperialismo y sus monopolios afincan sus tentáculos sobre el eternamente golpeado y saqueado continente africano, víctima en los últimos tiempos de una mayor depredación de sus riquezas naturales.
El conflicto bélico creado y azuzado por el Imperio, conla compra de seudos caudillos que cumplen sus órdenes al pie de la letra, refuerza la tragedia del subdesarrollo y la pobreza, que tiene sus raíces históricas en el neocolonialismo y la esclavización de millones de sus hijos.
No es la primera vez que mencionamos que no es suficiente la fórmula china de profundizar y diversificar nexos antiguos que ahora rompen esquemas. Esto, que es lo que África necesita, no puede, sin coherencia y voluntad política de los propios gobiernos africanos, romper con los vínculos que rigen con las naciones occidentales, que refuerzan precisamente sus obstáculos para obtener una participación económica aún más ventajosa.
Hace algún tiempo escribimos sobre la denominada Ley estadounidense de Oportunidades y Crecimiento para África, en la que las presiones políticas abrían aún más el camino a las transnacionales. Asimismo, el Acuerdo de Cotonou, firmado hace ya tres lustros entre la Unión Europea y 78 estados de África, el Caribe y el Pacífico, resultó ser todo un bluf para los pueblos, porque reafirmó el escenario perjudicial para el continente, con el petróleo y los diamantes como rubros de comercialización, sin que haya una real lucha contra la pobreza como establece el convenio.
Tan es así que allí son normales que la tasa de mortalidad infantil de menores de cinco años por mil nacidos vivos supere el centenar, y la esperanza de vida no llegue a los 50, unos 30 menos que en las naciones ricas.
Lo lamentable es que estos temas figuran repetidamente en la agenda de organizaciones internacionales de todo tipo, donde son denunciados la insensibilidad y el egoísmo de los explotadores de siempre.
Estos depredadores no ven con buenos ojos que África, que con sus 53 naciones está integrada al Movimiento de los Países No Alineados, apoye los cambios que deben introducirse en el sistema de la ONU, para que ese organismo represente por igual los intereses de todos y deje de ser un instrumento al servicio de Occidente, especialmente de Estados Unidos.
Otra prioridad es alcanzar el desarrollo socioeconómico. Con cooperación, capital y mercado pudiera explotar para sí su abundante variedad de minerales, petróleo y gas, enormes tierras cultivables y recursos hídricos capaces de producir energía barata para el desarrollo.
Pero el llamado continente negro, como señalamos al principio, depende de los ingresos externos de sus producciones agrícolas y recursos minerales, y en ese sentido choca con los intereses egoístas de las naciones ricas, que subvencionan ampliamente a sus agricultores y explotan en gran medida el subsuelo africano.
Cierto que en los últimos tiempos algunas naciones “perdonan” la deuda externa de varios países del continente, pero la explotación es tal que en poco tiempo vuelve a constituir un grave problema, que se suma a las sequías y las plagas en un continente donde Europa desprecia a sus inmigrantes e ignora y boicotea, junto a EE..UU., cualquier plan de acción que intente revertir tal situación.
Y todo ello sin citar en este comentario la sospechosa actitud de ciertas potencias ante grupos terroristas que han sembrado la muerte en varias naciones africanas, acontecimientos que han sido aprovechados por varias capitales europeas y la norteamericana, por supuesto, para aumentar sus fuerzas militares especiales, con la principalexcusade asegurar la vida de sus ciudadanos y preservar indemne el saqueo del sufrido continente.

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