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Sacar peras del olmo

18 de enero de 2021

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Este mundo cambiante, en que lo mismo puede prevalecer el optimismo como el pesimismo, el imperialismo hace de todo para impedir el avance de las fuerzas que quieren sacudirse su dominio.

Sí, hace torpeza, basado en el uso de la fuerza, pero también, como una máxima que se utiliza en la guerra, quiebra la resistencia del enemigo sin que sea necesario acudir a la lucha, y he ahí el gran peligro.

Utiliza rumores falsos. Manipula la información, lo que combina con la corrupción de funcionarios para crear discordia.

También utiliza agentes condenados, sacrificables, como Temer en Brasil, u otros de más baja monta, a los que se alimenta con falsedades, de forma tal que sólo puedan dar información engañosa.

Es decir, todo un arte que utilizado en una guerra convencional daría sus frutos

Así el Imperio ha estado intentando controlar este continente, con agentes especializados que han sido utilizados para continuados golpes de Estado contra gobiernos no afines.

Luchar contra ente tan poderoso no es fácil, cuando no hay una unidad de acción y más con una izquierda generalmente dividida.

Cierto que no todos halan parejos, que es muy difícil sacar peras del olmo, que la miseria reinante en muchas partes es caldo de cultivo para lo peor –asesinatos, desapariciones, narcotráfico, mercenarismo–, pero gobiernos progresistas han estado surgiendo nuevamente en América Latina para llevar a cabo una tarea muy distante de aquellos tiempos en los que el imperialismo consideraba a América Latina su “patio trasero”.

América Latina siempre ocupó un lugar especial en la estructura del imperialismo norteamericano. Fue el primer territorio de expansión yanqui y estuvo considerado por el establishment del Norte como una posesión innegociable.

A los nombres de Cuba, Venezuela y Nicaragua, se les acerca otros como Argentina y México, que intentan una política independiente, así como el resurgir de Bolivia, tras el golpe de Estado a Evo Morales, luego de ser derrotados electoralmente los enemigos del pueblo boliviano.

El nuevo gobierno boliviano, electo por una mayoría absoluta en las urnas, ha estado rehaciendo lo deshecho por los golpistas, para hacer prevalecer nuevamente el objetivo fundamental de que las riquezas sirvan a la mayoría del pueblo y que las privatizaciones corruptas tienen que ser revertidas.

Como se puede apreciar, las autoridades bolivianas –en medio de los graves problemas que crea la pandemia de la COVID-19– están continuando el mandato de Evo, toda una taza del caldo que no quieren ingerir los enemigos del valiente pueblo.

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