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Sacando provecho

30 de agosto de 2017

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Mentiras propias y errores ajenos comulgaron para que Donald Trump llegara a la presidencia de Estados Unidos, donde hoy juega con la paz mundial, a tal punto que afamados analistas coinciden acerca de que nunca el planeta ha estado tan abocado a una nueva y definitiva guerra mundial.

No es la primera vez que escribimos que se valió de la mala política anterior de aplicar un neoliberalismo a ultranza, lo cual permitió que los empresarios mudaran sus fábricas fuera de Estados Unidos, dejando a millones de trabajadores desempleados, curiosamente en estados con mayoría blanca y marcado acento discriminatorio contra la población negra.

A los esfuerzos gusaneriles floridanos, unió el aprovechamiento de las pifias en cinco importantes estados del nordeste, para ganar con votos electorales, no con mayoría popular, los más recientes comicios, frente a todo pronóstico de medios que le fueron generalmente adversos.

Para él es importante que los legisladores lamentablemente nacidos en Cuba y que tienen real influencia, colaboren en la aceptación de la controvertida ley de rebajar los impuestos, porque juega con su famosa propuesta de lograr unos 25 millones de empleos.

La pieza central del plan es una fuerte reducción en la tasa de impuestos a las corporaciones o grandes negocios, que pasaría del 35% al 15%, lo cual facilita claramente la vida a los más ricos y los intereses especiales, y la complica a los estadounidenses de clase media y bajos ingresos.

 

El especialista Gary Cohn aseguró que EE.UU. es uno de los países menos competitivos del mundo en impuestos corporativos y que por eso es necesario el recorte. Pero economistas críticos temen que se aumente la deuda del Estado en miles de millones de dólares durante la próxima década.

Es decir, una cosa dijo antes, durante la campaña, y ya está obrando en contrario, lo cual hace pensar en un “paripé” para lograr el abundante voto de obreros blancos desempleados.

Por esa senda transita también su anuncio de expulsión de once millones de indocumentados –que ya rebajo a tres millones– y la construcción de un muro electrificado entre la frontera de México y Estados Unidos.

En cuanto a las corporaciones, si Trump fuera una persona honesta, que quiere ayudar a su pueblo –creo que no tendría las “cualidades” para ser Presidente de un país como Estados Unidos– debería dar un vuelco total a lo que es la política actual en esa nación, controlada por un establishment que permite y lucra precisamente con esos monopolios

Hablar de esas corporaciones que monopolizan la vida del país sería muy extenso, pero hay que decir que contribuyen a los principales gastos de las campañas electorales, odian a los sindicatos y a los defensores del medio ambiente y sus políticas siempre están dirigidas a obtener grandes ganancias.

Abogan por los cortes en el Seguro Social, el Medicare, atacan las pensiones, porque tienen que aportar dinero; imponen la privatización para la solución a todos los problemas gubernamentales, porque para las corporaciones, lo que no vende, no se produce. Son los dueños de los medios de producción como la industria, la banca y la tecnología

“La Casa Blanca quiere que los impuestos bajen, pero ¿para quién? ¿Y cómo se pagará este recorte?”, se pregunta Anthony Zurcher, corresponsal de la BBC en EE.UU.

Y esta atinada pregunta se podrá responder con otra: ¿Por qué aparece en una nebulosa la declaración de impuestos del propio Trump?

Recuerden que Trump dijo durante la campaña que el reino saudita era el principal fomentador del terrorismo y ahora les elogia por su lucha contra el terrorismo.

Sea como sea, lo que estamos viendo, es que Trump sigue con su política de mentiras masivas; durante su campaña electoral, engañó a quienes les votó, haciéndoles creer que destaparía la verdad sobre el 11 de septiembre del 2001, y que expondría la implicación de los sauditas en los atentados contra las Torres Gemelas neoyorquinas y el Pentágono en Washington.

Como hemos visto, lo que hizo inmediatamente tras ganar, fue apoyar a Riad, en relación a una futura guerra con Irán, en alas del inmenso negocio que él y sus acólitos hacen con el reino saudita.

En este contexto se desenvuelve su promesa de contribuir a la lucha contra el terrorismo, pero la práctica demostró lo contario, atacando a las formaciones que combaten el mal y convirtiendo tal acción en un problema geoestratégico contra Rusia, que sí ha contrfibuido al respecto.

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