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Resurrección imperial

11 de febrero de 2021

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Con otro estilo, pero el mismo rumbo, no “desmaya” el deseo imperialista de crear una organización belicista como la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en el Cercano y Mediano Ostente, que incluya a los países árabes de la región y a los del continente africano.

No es tan difícil si tenemos en cuenta las más recientes acciones de varias naciones de la zona y la actitud de la Liga Árabe, que traiciona principios para adherirse en todo momento a la línea política trazada por el Imperio.

No sé si el actual mandatario norteamericano recibirá la orientación del establishment dominante para valorizar esa especie de OTAN árabe, pero ya lo conocía desde que era vicepresidente en el gobierno de Barack Obama, al tiempo que el anterior mandatario, Donald Trump, sin desdeñarla, sumó acólitos a cualquier cuestión que beneficiara a un ente tan agresivo como Israel.

En su doctrina de Seguridad Nacional, publicado el 8 de febrero del 2015, Obama escribía:

Una estabilidad a largo plazo (en el Medio Oriente y en el norte de África) requiere más que el uso y la presencia de fuerzas militares estadounidenses. Exige socios que sean capaces de defenderse por sí mismos. Es por eso que invertimos en la capacidad de Israel, de Jordania y de nuestros socios del Golfo para desestimular una agresión, manteniendo a la vez nuestro inquebrantable compromiso con la seguridad de Israel, incluso mediante su ventaja militar cualitativa”, lo cual significa el visto bueno y hasta el avance del poderío destructivo atómico de los sionistas.

Pero cuando más creía que esta situación en particular había quedado en un punto muerto. se vuelve a barruntar señales de resurrección del agresor brazo imperial.

Esto ocurre a partir del contubernio de EE.UU. con países árabes del Golfo para que establecieran relaciones diplomáticas con Israel, el avance del plan sionista para apropiarse de Cisjordania, con posterior fin de bombardear a Gaza, masacrar o hacer huir a los palestinos, y la creación del Gran Eretz, con territorios de Palestina, Siria, El Líbano, Iraq, etcétera., mientras mantiene en su punto de mira a Irán.

La estrategia del Pentágono consiste en crear una versión actualizada del Pacto de Bagdad, para poder retirar sus tropas del Medio Oriente y el norte de África, y reposicionares en el Lejano Orante, el llamado “pivote” contra China.

De ahí que Arabia Sudadita elevara enormemente su presupuesto militar, beneficiando a las empresas norteamericanas, creara una fuerza de “disuasión”, que ahora está atacando al paupérrima Yemen, y apoyara a grupos terroristas que asolaban a Siria e Iraq.

Más traicionera no puede ser la Liga Árabe, que se ha convertido en un virtual cómplice del proyecto estadounidense, mientras observa benévolamente, quizás con algunos “requiebros”, las ambiciones sauditas, que incluyen la guerra contra los hutis yemenitas, cuya necesidad nadie entiende, que mata y condena al hambre a tan bravo pueblo.

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