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Represión en aumento

10 de julio de 2015

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Muy poco, casi nada, divulga la prensa controlada por Occidente sobre la situación en Egipto, donde la represión ha llegado a un punto insospechado, mayor que nunca, que puede tener su punto más alto si se concreta la condena a muerte dictada contra el derrocado presidente Mohamed Mursi.
Visto desde un punto equidistante, se pudiera decir que Mursi democráticamente a la presidencia, con los votos no solo los de su controvertida organización, Hermanos Musulmanes, sino también de laicos convencidos de la necesidad de un cambio que dejara atrás y eliminara el aparato montado por la dictadura de Hosni Mubarak, con la complicidad de altos mandos del ejercito generalmente en la sombra.
Durante apenas el año de su ejercicio, el gobierno de Mursi incurrió en errores, al no ser capaces de erradicar las causas que provocan la corrupción, procedentes de anterior régimen, además de implantar medidas que mostraron sin tapujos un contexto reaccionario y extremista, como el de apoyar a grupos de la reacción opositora siria que combatían al gobierno de Damasco, opositor consecuente al imperialismo y sionismo.
Muchos analistas coinciden en que la misma vía electoral que lo llevó al poder, era un método ideal para sacarlo. Pero los militares no podían esperar tanto.
El proceso que sentenció al mandatario constitucional de Egipto demuestra que en ese país el autoritarismo ha vuelto a un punto peor, incluso, que el que motivó las movilizaciones contra Hosni Mubarak en 2011.
Mursi fue derrocado en julio de 2013 por un golpe de Estado, secuestrado por meses sin que siquiera los organismos internacionales supieran su paradero, su partido proscrito y perseguido, y finalmente condenado a muerte. Lamentablemente, esta es la realidad de hoy en un Egipto controlado por Ejército, solo algo ausente en el breve período de un año durante el mandato de Mursi.
El expresidente, de 64 años, fue sentenciado al patíbulo este martes en el segundo veredicto del juicio que se le sigue por el supuesto secuestro y muerte de carceleros y revelación de secretos a extranjeros. Horas antes, el tribunal lo había condenado a 25 años de prisión por, según se afirma, complotar con el movimiento palestino Hamas y el Hezbolá libanés su fuga de la cárcel, algo sin fundamento y negado por esas organizaciones.
La vinculación de Morsi con una conspiración foránea ya venía siendo labrada por el actual presidente de Egipto, el general golpista en retiro Abdul Fatá El Sisi, quien en octubre pasado vinculó al ex mandatario –a pesar de su detención y virtual incomunicación- con un ataque contra un puesto del Ejército en la Península de Sinaí que mató a 30 soldados.
En la ocasión, y sin dar más detalles, Al Sisi dijo que fue “una operación financiada en el extranjero”, y que los autores querían “quebrarle la espalda a Egipto, además de la voluntad del Ejército, que es considerado un pilar” del país. “Todo lo que nos está sucediendo –agregó- es sabido por nosotros y lo esperábamos y hablamos de ello antes del tres de julio (del 2013)”, dijo, refiriéndose al día cuando él derrocó a Morsi. Entonces El Sisi era ministro de Defensa del presidente y jefe de las Fuerzas Armadas.
Para comprender la importancia del Ejército en la vida egipcia debemos remontarnos a 1952 y a la figura histórica del general Gamal Abdel Nasser, quien formó el Movimiento de Oficiales Libres que derrocó mediante un golpe de estado al rey Faruq I y acabó con la colonización británica. Desde entonces la figura de Nasser es la de un líder nacionalista y popular, de lo cual se vale el Ejército para ejercer control sobre los habitantes del país. Durante su mandato se nacionalizó el canal de Suez y se llevó a cabo una reforma agraria, lo cual supuso erradicar los intereses imperialistas de Inglaterra y Francia. Comenzó con ello también la presencia del Ejército en todas las facetas de la vida social, política y económica del país, hasta el punto que hoy es una clase que controla el 60% del poder económico egipcio.
La otra gran referencia en el país es la de los Hermanos Musulmanes, a pesar de que casi siempre han estado en la oposición o proscritos. Su poder radica en ser simultáneamente una organización religiosa, política y social, donde el templo, la sede partidaria y la sede vecinal son indistintamente espacios de articulación que han generado una importante red a nivel nacional.
Ese trabajo les permitió llegar con Mursi a la presidencia en el 2012. Errores del mandatario aparte, hay que aunque el Ejército había perdido algo de poder, este se mantuvo en esencia intacto. Ante los intentos reformistas del Ejecutivo, simplemente lo ocuparon, teniendo como punto de partida el golpe de Estado, seguido de la represión generalizada y las condenas a muerte de los máximos líderes de los Hermanos Musulmanes.
A pesar de que suman ya 41 000 los presos políticos y miles los muertos por la represión, Estados Unidos y Europa siguen haciéndose los desentendidos, con el incremento de la ayuda millonaria al ejército, condiciones especiales de préstamos del Fondo Monetario Internacional y estrechamiento de lazos con el régimen sionista de Israel
Como la violencia engendra violencia, se suceden como nunca los atentados, se engrosan las filas insurgentes y, por desgracia, las de entidades como el Estado Islámico que pescan en tío revuelto para extender el terror en la región.

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