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Renuncio o me hacen renunciar

18 de diciembre de 2017

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Parece inevitable que el presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski, quien no ha podido convencer a ninguno de sus críticos de ser inocente de los cargos que le imputan, sea destituido antes de concluir  el año, ante su negación de renunciar al cargo.

El Congreso de la nación discutirá su situación y todo parece indicar que votará por su sustitución  como presidente, por el presunto ocultamiento de pagos en asesorías a la constructora brasileña Odebrechet.

Como se conoce, este es el escándalo más fuerte que ha golpeado a países de varios continentes, en especial de la región latinoamericana y caribeña, y que puso en crisis a ex mandatarios y altos cargos gubernamentales, tanto de Perú como de otras naciones.

A mediados de diciembre 93 de los 118 legisladores que estuvieron presentes en la discusión de debatir la destitución del mandatario, estuvieron de acuerdo con tal decisión. La cifra representa el 40 por ciento que exige el reglamento interno de la institución para aprobarla.

Analistas recuerdan que de ser destituido sería el primer mandatario en funciones afectado por la corrupción imperante y el segundo que podría ser destituido por incapacidad moral por el Congreso, ya que el primero fue Alberto Fujimori, quien cumple condena por crímenes de corrupción y lesa humanidad.

La situación se le complicó al mandatario cuando su ministro del Interior, Carlos Basombrío, presentó su renuncia, pero no la aceptó y dijo que lo convencería para que se quede en el cargo, aunque por su parte el ministro de Defensa, Jorge Nieto,  esperará los resultados del Congreso para decidir si renuncia o no a su cargo.

La crisis política fue provocada por la revelación de la empresa brasileña de que pagó casi cinco millones de dólares por asesoramiento a firmas vinculadas al actual mandatario entre 2004 y 2013, aunque aclarando que los pagos habían sido realizados dentro de la legalidad y sin la participación de Kuczynski.

Sin embargo, el hecho que fuera ministro del gobierno de Alejandro Toledo, reafirmaron la decisión de sus adversarios de destituirlo, tema sobre el cual la prensa local echa leña al fuego diariamente con la publicación de nuevos datos que agravan la actual situación”.

La cuenta regresiva ha comenzado y solo falta la reunión que decidirá, o no, si el actual presidente se mantiene en la casa de gobierno o, sencillamente, tenga que dimitir.

Si se ve obligado a renunciar, ello provocará un nuevo escenario político aún mucho más complejo que el actual, donde la oposición y en especial  Keiko Fujimori será la que mayores ganancias obtenga con su salida y tenga posibilidades, después de dos fracasos, de ocupar el tan ansiado sillón presidencial.

Esto sería el colofón de meses y meses donde el tema corrupción había estremecido las bases de la sociedad peruana, con el rechazo de los sectores más populares, cansados de ver cómo unas minorías se apoderan de las riquezas del país.

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