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Remembranzas de Nuremberg

3 de julio de 2020

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Estamos conmemorando en estos días el Aniversario 75 de la derrota del nazifascismo tras las cruentas jornadas de la Segunda Guerra Mundial (pata los soviéticos Gran Guerra Patria), convertida en uno de los enfrentamientos más sangrientos y destructivos conocidos por la historia de la humanidad.

El conflicto armado comenzó con la agresión y ocupación de Polonia y otros países de Europa occidental por parte de la Alemania nazi, como episodio inicial de su gran objetivo estratégico, que era realmente la destrucción de la Unión Soviética y la ocupación de su vasto territorio y enormes riquezas, y deberían así servir de base a la expansión nazifascista.

Las llamadas “potencias occidentales” habían contemplado hasta ent5onces con satisfacción y complacencia el escenario, que les aseguraba a la vez la desaparición de la URSS y el desgaste de Alemania en ese difícil empeño. El país soviético era, en definitiva, el enemigo ideológico y político común a derrotar y las contradicciones que pudieran existir con Hitler hasta esos momentos podían solucionarse más adelante, pues ninguna amenazaba al capitalismo ni al imper5ialismo como sistema, más bien los complementaban.

Acontecimientos militares y políticos ocurridos con posterioridad y que no habían sido previstos por las llamadas “potencias occidentales” precipitaron el curso de la guerra y frustraron aquellos delirios originales de Londres, París y Washington.

El Ejército Rojo de la URSS resultó ser el factor fundamental de la derrota de la Alemania nazi y de la liberación de los países y pueblos ocupados, no solo en Europa sino también en el extremo oriente asiático.

Como parte de esa realidad y acorde con ella, las “potencias occidentales” se vieron obligadas a aceptar la creación de un Tribunal de Justicia Internacional que juzgara a los principales cabecillas nazis capturados e impartiera legitimidad y legalidad a las sanciones dictadas por los crímenes más horribles y los millones de víctimas ocasionadas.

Las sesiones se celebraron en la ciudad alemana de Nuremberg, una vez concluidas las hostilidades, y fueron públicas.

Más de medio siglo después la humanidad vive una nueva, destructiva e imprevista coyuntura, de naturaleza distinta pero semejantes consecuencias que ha superado ya las 500 000 víctimas mortales y los millones de contagios.

Y muchos que aun recuerdan los juicios de Nuremberg se interrogan con razón si esta vez vez no habrá justicia en cuanto a los casos universalmente denunciados y conocidos de quienes con su negligencia, irresponsabilidad e indiferencia criminales –unida a la más absoluta prepotencia y arrogancia– han propiciado el agravamiento y extensión en sus países y en el mundo, de la pandemia de la COVID-19 y sus víctimas.

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