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¿Regreso imposible?

3 de julio de 2017

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La política del gobierno colombiano está dejando muchos sinsabores por los incumplimientos en el acuerdo de paz con las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), que no ha dejado de existir, como alegó el presidente Juan Manuel Santos en Ginebra, por el hecho de cumplir con lo pactado en La Habana, con el fin de terminar con una guerra civil de más de cinco décadas.

La entrega de las armadas individuales no significa realmente el fin de la resistencia, sino, subrayo, el cumplimiento de lo pactado, el señalamiento de que no pude haber retroceso, a pesar de las tortuosidades oficiales que, junto al ejército, no reconocen la existencia paramilitar, que invade zonas, siembra el terror y cada día asesina a por lo menos a un activista sindical o campesino, haciendo regresar aquel fantasma que cortó de raíz la vida de por lo menos 5 000 integrantes de la izquierdista Unión Patriótica, que en la década de los ‘80 creyeron que se podían reintegrar a la vida civil.

Lo más fácil para los elementos que dominan el panorama colombiano –latifundistas, narcotraficantes y políticos corruptos– es asesinar, y para ello vale mucho más el de ex guerrillero muerto, para que así no vuelva a empuñar las armas.

De todas maneras, y pese a lo dicho antes, se han logrado avances en diferentes materias y muchos colombianos comienzan a tener esperanza de una paz duradera, principalmente para los más de siete millones de refugiados, que convierten a Colombia en el número uno en este triste acápite, por encima de Afganistán y Siria, dos puntos de mira de la agresión militar imperialista.

Cierto, hay logros, y algunos líderes araucanos, como Martín Sandoval, quien, sin triunfalismo, y con los píes sobre la tierra, reconoció que no todo era malo:

“La realidad en los territorios es otra, a pesar de los retrasos e incumplimientos, se registra más tranquilidad, alegría y esperanza, el comercio se ha reactivado, los planteles educativos incrementaron el número de estudiantes, pueblos que antes eran fantasmas ahora se están poblando, la gente puede transitar más libremente, se redujeron las amenazas, los desplazamientos y extorsiones. Lo que se está viviendo es una maravilla, es esperanzador, gracias al acuerdo de paz”.

Sandoval, como tantos otros, ha vivido el conflicto en toda su intensidad, por lo cual indica que también es preocupante que el gobierno no enfrenta con decisión los problemas, a fin de resolverlos y evitar que se desate una crisis en su cumplimiento, que ya es un temor real en la contraparte guerrillera y en amplios sectores del país que acompañan el proceso.

Lo grave es que no se detecta la intención de las autoridades de perseguir al paramilitarismo, mientras que las investigaciones de la fiscalía reportan causas absurdas de los asesinatos. Hace un año desde la Casa de Nariño, Santos había anunciado que ya había licencia para “bombardear a las Bacrim” como llaman a los paramilitares, pero nada, no hay información al respecto.

La verdad es que aun no ha habido niun bombardeo contra estos criminales, sin que ello sea la solución para resolver su presencia,ya que cuentan con la complicidad de agentes del Estado, de políticos locales y nacionales, empresarios, ganaderos, terratenientes y narcotraficantes.

Desde el poder no se castiga a estos enemigos de la solución del conflicto, porque si se cumple lo acordado las élites dueñas del poder económico y político, pierden privilegios y gran parte del dominio de las riquezas. Por eso, hay que estar alerta, para evitar el retroceso del proceso de paz.

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