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Referencia…

18 de agosto de 2017

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Leía por estos días un poco de historia del reconocido bar y restaurante cubano, Floridita, enclavado en la Habana Vieja, que funciona desde 1817 y es mundialmente famoso por la elaboración de su daiquirí, bebida predilecta del escritor y periodista estadounidense Ernest  Hemingway.

El Floridita ahora celebra sus 200 años. ¡Casi nada!

Y está ahí aunque el tiempo haya transcurrido y en épocas pasadas pudo haberse deteriorado por sus años y por alguno que otro cuidado que debió tener y no tuvo a tiempo.

Entonces aseguro —iba a decir  creo—, que la palabra “referencia” se puede aplicar también en el Floridita como a toda la parte histórica de esta ciudad, que cumplirá 500 años en el 2019 y en todo ello está presente la obra de un hombre, de esos que “toca” cada problema con sus manos y le da seguimiento hasta que se convierte en obra social. Pero aún así, sigue “tocando” lo que fue problema para que ningún descuido —de los tantos que hay en nuestros días— pueda arruinar el trabajo de muchos.

Ese hombre es el doctor Eusebio Leal. Alguien que también es “referencia” cuando se quiera sintetizar la imagen de un revolucionario, culto, de un orfebre que como una hormiguita va sentando su impronta a cada minuto, hora, día, mes y año. Y ya la ha convertido en un árbol con raíces profundas que, aunque el clima lo castigue, brinda flores dentro de una ciudad que se debate entre las obras, la esperanza y las dificultades.

Cada vez que camino por las calles adoquinadas de esta parte de la capital, me satisface ver el trasiego por allí de cientos, miles de turistas que vienen a Cuba y confiesan no  poder regresar a su país sin “conocer la Ciudad Vieja”.

Luego me disgusta que alguno que otro exponente de la no cultura interrumpa la abstracción de alguien interesado en conocer o saber más sobre una plaza, un parque, un museo, una vivienda, o un intrincado vericueto que conduce hasta lo que no se ve de la calle pero existe: la obra interior, la reconstrucción de lugares depreciados por el tiempo pero salvados por la perseverancia  y que hoy pueden ser desde un Hogar Materno, una Casa para niños necesitados de atención especial, viviendas sociales y otras muchas ideas que, ladrillo a ladrillo, se van levantando en una Habana que cada  vez nos resulta más linda y su presencia en el entorno citadino más necesaria.

Eusebio, cuánto agradecerte por lo hecho y por lo que sigues haciendo cada día. Tus manos siguen moldeando el barro en ese pasado convertido en presente y en este presente que te necesita para amoldar el futuro.

Te vi y escuché hace unos días en una entrevista televisiva para Rusia Today y me convencí que sigues siendo referencia necesaria y que los 500 años de tu ciudad en 2019, deben ser un hermoso regalo para quien ha creído y cree, como católico y como revolucionario de verdad, que solo el trabajo, la dedicación, la continuidad y el ejemplo pueden ejecutar obras como las que tú ayudas a levantar y levantas.

A esa linda Habana, Ciudad Maravilla, la observo ahora, en medio de los “tiempos actuales”, visitada por lujosos y enormes Cruceros, también con miles de turistas o con el arribo de embarcaciones que son símbolos de la Armada de países latinoamericanos, europeos, asiáticos…

Las salvas de artillería que anuncian la llegada o las otras que le dan la bienvenida a esas naves, generalmente de enseñanza para marinos, forman parte ya del entramado cultural, histórico y turístico de esa Habana Vieja que debemos conservar —conservarla auténtica pero sin dejarla destruir—.

Así seguirá siendo esa historia viva a la que también acuden cada año, en primer lugar, miles y cientos de miles de cubanos enamorados de su Habana, para escudriñar en sus bibliotecas y librerías, en sus museos y sus variadas expresiones de la cultura que allí cohabitan y se han conservado gracias al escuerzo de los hombres y mujeres de este país y a las ideas, siempre frescas y revolucionarias del Historiador de la Ciudad y su equipo de trabajo.

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