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Recordatorio a los unos y a los otros

13 de enero de 2020

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Elliott Abrams, representante especial de Donald Trump para Venezuela, volvió con la cantaleta amenazadora de que «todas las opciones están sobre la mesa. La intervención militar depende del presidente estadounidense Donald Trump».

Se trata, sin lugar a dudas, que Washington, con una política exterior viciada de odio, arrogancia, hegemonismo, sigue apostando por la confrontación, no por el diálogo y mucho menos por la paz.

Abrams hizo tales declaraciones como parte de la euforia de la OEA, que aprobó en su Consejo Permanente una resolución reconociendo al impostor y payaso Juan Guaidó como «único jefe del Parlamento venezolano».

Una vez más la OEA está de espalda a lo que ocurre en América Latina y alineada con la política injerencista ordenada por el Departamento de Estado yanqui.

Y vale reiterar que la citada organización es guarida, no solo del infame Luis Almagro que se esfuerza en lograr su reelección en el cargo de secretario general, sino también de gobiernos y presidentes de países que han preferido «entregar» su respaldo a Guaidó, sabiendo que de esa forma lo hacen a Trump.

La resolución fue presentada por los representantes de Estados Unidos, Brasil, Canadá, Colombia, Guatemala, Paraguay, Perú y de Guaidó, quien ostenta el reconocimiento de la institución.

En ninguno de los casos se trata de algo  nuevo, inesperado, por cuando han sido estos mismos gobiernos los que arremeten cada día contra la República Bolivariana y hasta crearon un apéndice como el llamado Grupo de Lima, que además de ser un entre ilegal, solo ha servido para encabezar la comparsa de quienes se pliegan a las órdenes de Trump y su grupo de halcones.

Esta vez, el complot de la institución se gestó cuando la Asamblea Nacional venezolana, reunida el pasado 5 de enero, tal como establece la norma constitucional, eligió una nueva directiva encabezada por el diputado de la oposición Luis Parra, quien dijo estar comprometido en la búsqueda del diálogo y no la confrontación para solucionar los graves problemas del país.

Juan Guaidó, que no asistió a la Asamblea, armó un show mediático tratando de trepar las cercas perimetrales del recinto —todo para ser filmado por las cámaras de televisión y los celulares— que luego subieron las imágenes a la red de redes para que «el mundo conociera que Guaidó fue impedido de asistir a la Asamblea».

Era de esperar que el impostor que hasta se autoproclamó «presidente» en un acto público con una decena de partidarios, no se quedaría con la «piedra en el zapato» de haber perdido su aspiración a reelegirse y acudiría a quienes «crearon el personaje», lo financiaron y lo estimularon a mantener el clima de caos y confrontación que haría posible lo que Elliott Abrams acaba de reiterar: «la opción militar está sobre la mesa y corresponde al presidente Trump aplicarla».

La realidad es que Caracas sigue viviendo momentos tensos, agravados por políticas injerencistas como la de la OEA y Estados Unidos, sometida a las más absurdas e ilegales sanciones económicas y financieras.

Y lo peor, forman parte de esta delicada situación, la actuación de gobiernos entreguistas al servicio de Washington, aunque representen a países latinoamericanos y caribeños.

Deben recordar los unos y los otros —OEA, Grupo de Lima y Estados Unidos— que Venezuela sigue firme, resiste, se fortalece y lo más importante, muestra cada día más unión entre el gobierno de Nicolás Maduro, el pueblo y las Fuerzas Armadas Bolivarianas.

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