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Reconstruyendo la patria grande

22 de octubre de 2020

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Los resultados de las elecciones generales bolivianas, que otorgaron nuevamente la presidencia del país y la mayoría legislativa de la asamblea nacional al Movimiento al Socialismo de manera abrumadoramente mayoritaria en la primera vuelta, -tal como presagiaban las diversas encuestas de la más diversa autoría,- no deberían ser sorprendentes, si se tiene en cuenta que el electorado boliviano de 7.3 millones de votantes registrados no hizo más que confirmar su opción y preferencia hacia el único movimiento político-social que en una casi bicentenaria historia larga y convulsa, logró su dignificación como nación junto a un impresionante progreso económico en medio del clima generalizado de justicia social y paz.

Nada más y nada menos ese era el balance de 14 años de gobierno encabezado por Evo Morales cuando la oligarquía racista y depredadora al servicio de los intereses extranjeros se valió de la falsa acusación de fraude –fabricada para deslegitimar las elecciones de 2019– e instaurar un régimen de facto criminal, corrupto e inepto que hizo todo lo que estuvo en sus manos por enriquecerse, favorecer a la vieja oligarquía explotadora, reprimir al pueblo y entregarse a los yanquis.

Su prepotencia y racismo les hizo despreciar el heroísmo y la capacidad de resistencia y organización de las masas populares, a las que desprecian y humillan, una semilla que había sido abonada por el MAS y los movimientos sociales que lo apoyan, tanto de origen campesino como obrero, estudiantiles, profesionales e intelectuales.

La oligarquía y el imperialismo cayeron víctimas de sus propias trampas y mentiras. Ninguna de ellas fue capaz de evitarles la catástrofe: ni las bravuconadas de los cabecillas fascistas como Murillo o Camacho; ni las manipulaciones de la prensa rentada y amenazada; ni la ilegal prohibición de hacer campaña a Evo Morales y mantenerlo en el exilio.

Donald Trump y el servil e impresentable Luis Almagro son también los grandes perdedores frente al pueblo boliviano. Ellos alentaron e inspiraron la conjura del año pasado. Como en Venezuela, en Nicaragua y en Cuba, se han estrellado contra la voluntad y decisión de los más dignos y rebeldes, contra organizaciones de vanguardia y direcciones capaces.

No caben dudas de que se está reconstruyendo la Patria Grande. Cuando quedan aún muchas páginas heroicas por escribir, todo lo ocurrido en Bolivia desde hace un año se convierte en una gran enseñanza y una advertencia.

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