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Receta para la privatización

11 de mayo de 2020

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El agua no es una necesidad, sino un derecho humano, pero las grandes empresas que explotan el líquido se aprovechan de los malos gobiernos, de la pobreza y el abandono en general para ampliar y mantener su dominio sobre el particular.
Así, en una reunión en Tokio, más de 30 especialistas se reunieron con el anunciado y aparente noble fin de facilitar el acceso de agua a millones de personas en el mundo. Pero en la dirección de este sensible tema estaban personajes vinculados al Fondo Monetario Internacional –que sólo ayuda a capitales privados, no públicos- entes bancarios europeos y lobistas de la industria.
La principal preocupación del evento era que las empresas privadas no han estado muy interesadas en gastar en los sistemas de agua en los países subdesarrollados, porque presentan una baja tasa de recuperación de las inversiones.
El panel tokiota estuvo dirigido por individuos allegadosal Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Consejo Mundial del Agua y la Sociedad Mundial del Agua, y los documentos que se debatieron ponen énfasis en lo que denominan interferencia política en la determinación de las tarifas.
En los países en desarrollo, el gasto en nueva infraestructura para el agua es de unos 80 000 millones de dólares, pero en el cónclave se destacó que sólo la privatización ofrecería los casi 200 000 millones necesarios, y en ese sentido se pronunciaron las mayores empresas del rubro, como las francesas Suez y Vivendi y la alemana RWE.
Al respecto, el activista boliviano Pablo Solón indicó que el informe principal de la reunión “no tiene corazón”, en tanto la ecologista india Vandana Shiva afirmó que el documento “es una receta para la privatización del agua”, y espetó:
“Es un pretexto para permitirle a las compañías transnacionales ingresar en los servicios de agua con condiciones favorables como las garantías cambiarias y salvaguardas de riesgos para los inversores”.
Hoy son más de 300 millones de personas las que en el mundo pagan por recibir agua; a principios de los 90, eran 51 millones. Tal imperio mueve unos 800 000 millones de dólares al año, con sólo el manejo del 5% del agua dulce del mundo, pero va por más.
El origen de esta posible mercantilización oficial del agua hay que rastrearla en noviembre del 2001, cuando los recursos naturales, igual que la salud y la educación, comenzaron a ser objeto de negociaciones en la Organización Mundial del Comercio. La meta final fue la liberalización de los servicios públicos en el 2005.
Esto significa algo terrible en estos tiempos de miseria y amenaza de la presente pandemia de coronavirus y otras por llegar: lo que debe ser regulado por los estados, los malos gobiernos hacen que pase a ser un mercado de libre comercio.

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