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Realidad triste, pero realidad…

11 de marzo de 2019

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Hace 17 meses, es decir un año y 5 meses, Puerto Rico fue afectada por el huracán María, fenómeno meteorológico que dejó más de 3 000 muertos y la destrucción de miles de viviendas, instalaciones de salud, escolares y otras.

Junto a la tormenta, se impuso el juego político en todo lo relacionado con la ayuda federal para resarcir los daños.

Un presidente norteamericano como Donald Trump, además de humillar a la población de la Isla con aquello de ir a tirarles rollos de papel sanitario, ha hecho cuanto ha podido, no para ayudar, sino para escenificar un verdadero juego político, acorde a sus aspiraciones de reelegirse el próximo año.

Para que se tenga una idea del fenómeno político que se esconde tras la posible ayuda a ciudadanos de su propio país –por cuanto los puertorriqueños son parte de Estados Unidos– de los 7 505 sitios que necesitan reconstrucción y sobre los que se han entregado 4 792 informes a la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA), en busca de solución, sólo 67 proyectos están avanzando.

Esa triste realidad no coincide para nada con la obsesión de Trump para construir un muro en la frontera con México, para lo que ha pedido 7 800 millones de dólares; ni con los multimillonarios presupuestos para el desarrollo de programa militares, incluyendo el nuclear.

Reportes de prensa de este fin de semana dan cuenta que el presidente Donald Trump prometió «tratamiento de primera» para los residentes afectados por un tornado en Alabama, un estado en el que goza de un fuerte apoyo. En cambio, se ha opuesto a la ayuda futura para Puerto Rico y ha asegurado falsamente que la isla en quiebra quería usarla para pagar su deuda de más de 70 000 millones.

Se trata de un claro exponente del juego político como arma para la manipulación de fondos, ofreciendo prioridad a lugares donde el magnate presidente tiene votos asegurados en su ya iniciada campaña electoral para el 2020.

Señalan los despachos noticiosos que, de los 371,3 millones que se destinarán a lo que FEMA denomina trabajo permanente de restauración de la infraestructura y las instalaciones a niveles anteriores al desastre, solo 35 millones se han desembolsado, principalmente para carreteras y puentes.

Sin embargo, en la isla puertorriqueña de Vieques, afectada por el huracán María, sus habitantes, 17 meses después del fenómeno climático, aun hoy no cuentan con servicios de salud e instalaciones hospitalarias, que fueron afectadas y siguen sin reconstruirse.

Los 9 000 habitantes de Vieques tienen que acudir a una clínica improvisada en un antiguo refugio, pero para atenciones especializadas tienen que viajar hasta San Juan, la capital puertorriqueña, a ocho millas al este de la parte continental de Puerto Rico.

Un claro ejemplo del citado juego político detrás de la ayuda que se prioriza a lugares donde Trump tiene favoritismo y votos seguros, es el informe de la Universidad de Michigan, publicado en la revista BMJ Global Health, que refiere que tras los períodos críticos de los huracanes María en Puerto Rico, Irma en Florida y Harvey, en Texas, se constata que el gobierno de Trump se ha demorado más de 30 veces en atender la población puertorriqueña a la que solo ha entregado 116,3 millones de dólares para los sobrevivientes.

Sin embargo, se han entregado 1 090 millones de dólares para los afectados en Texas y 847 millones para los de Florida, estados donde el magnate inmobiliario devenido en presidente, aspira a ganar el voto para su reelección.

Mientras, algunos pacientes enfermos con cáncer en la Isla de Vieques prefieren morir, antes de pasarse días viajando para recibir quimioterapias y radiaciones, en la capital puertorriqueña.

Una realidad triste, pero realidad…

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