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Racismo sin salida

27 de octubre de 2014

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No hace falta ser muy ducho para conocer que será imposible eliminar el racismo en Estados Unidos, mientras persista el actual sistema de explotación y la falta de educación que ello conlleva.
Y no es solo por los más recientes asesinatos de jóvenes afroamericanos a manos de la policía en hechos totalmente abusivos e innecesarios por la violencia utilizada, que han hecho repetir manifestaciones de protesta, cuando habían disminuido realmente en el curso de los últimos años, adormecidas por la llegada de un negro a la presidencia.
Siempre cuando se menciona el racismo recuerdo el trágico autoatentado del vapor norteamericano Maine en La Habana en 1898, para justificar la declaración de guerra de Estados Unidos a España y la intervención en la Isla.
Por “coincidencia”, los oficiales, todos blancos, de la nave se hallaban en tierra en el momento de los sucesos, por lo cual solo perecieron varios centenares de marineros rasos, todos negros, que habían permanecido, mejor dicho dejados, a bordo
Casi un siglo después, a mediados de la década del 90 del siglo pasado se instaló en Estados Unidos la idea de que el país había ingresado en una era posracial. El movimiento por los derechos civiles tenía casi medio siglo de existencia y en ese tiempo la situación de la población afroamericana había mejorado algo, aunque las salvajes golpizas policiales a detenidos negros, entre otros abusos, mostraban que todavía quedaba mucho por hacer.
La elección de Barack Obama a la presidencia dio una visión optimista, sin embargo las relaciones raciales nunca terminaron de cuajar.
Escribía el colega cubano Jorge V. Jaime que más de
medio siglo después del inolvidable discurso de Martin Luther King, el racismo persevera en Estados Unidos, donde están activas leyes discriminatorias tanto en el ámbito federal como en las jurisdicciones estaduales. los políticos afroestadounidenses continúan en minoría en el escenario nacional, y casi ocho de cada 10 negros opinan que falta mucho por hacer para alcanzar la igualdad racial.
A ello habría que agregar que se han multiplicado las organizaciones supremacistas que tienen como objetivo no solo discriminar a los negros, sino también a chinos, árabes y latinos presentes en esa sociedad, además de que las leyes del país y los individuos que la ejercen hacen que EE.UU. ostente el récord mundial de presos, confinados y condenados a muerte, casi todos de la raza negra.
El propio presidente Obama, quien siempre echa la culpa a los republicanos de torpedear proyectos presuntamente progresistas, admitió que el sueño del líder de los derechos civiles Martin Luther King parece aún más difícil de alcanzar que hace unas cinco décadas, reconoció que la brecha racial no se cerró en ese país, señaló que las diferencias existen en cuanto a la distribución de la riqueza. y dijo que el velo de la pobreza “arroja una sombra sobre nuestra juventud” en innumerables comunidades de Estados Unidos.
Y es que el Presidente negro que el Complejo Militar Industrial permitió llegar a tan alto cargo, tiene que convivir con leyes racialmente intrusivas y localmente discriminatorias en estados sureños como las dos Carolinas, Arkansas, Texas y Florida, entre otros.
Walt Dixie, vocero del grupo National Action Network, apuntó que la frase “I Have a Dream”, de King,  (Tengo un sueño) choca con leyes vigentes como Stand Your Ground (Dispara primero, en Florida) o la reciente modificación de la Voting Rights Act (sobre derechos del votante).
El activista recordó que voceros de la sociedad ultraconservadora transmiten programas de radio o boletines periódicos donde difunden los conceptos más racistas que se les ocurren, algunos solapados, otros no.
Un reporte del Buró Nacional del Censo (BNC) confirmó que la llamada Gran Recesión económica perjudicó en números quintuplicados a las minorías étnicas en Estados Unidos con respecto a la comunidad anglosajona. El congelamiento industrial que siguió a la crisis financiera de 2008 amplió en varios dígitos la diferencia en cuanto a bienestar social que ya existía entre blancos por un lado, y asiáticos, hispanos y negros en el norteño país.
Desde que Obama ganó la votación del 2008, ni un solo político negro ha logrado ser electo para la cámara alta, y está por ver que ocurre en las próximas elecciones de medio término.
Como apuntamos antes, ocho de cada 10 negros estadounidenses opinan que falta mucho por hacer para alcanzar la igualdad racial y son tratados con menor justicia que los blancos en su relación con la policía, en los tribunales, en las escuelas públicas locales o en el centro laboral.
Es decir, a 51 años de la llamada Marcha sobre Washington, la segunda minoría del país piensa que los blancos tienen más oportunidades. Aunque la situación es ligeramente más positiva que en 1963, cuando el 74% de los negros estadounidenses enfrentaba esa situación, EE.UU. está lejos de alcanzar la igualdad racial.
Otra investigación de la organización Children’s Defense Fund, del 2012, revela que 44 038 niños y adolescentes negros murieron desde 1979 por disparos de armas de fuego, lo que confirma que el homicidio por armas fue la principal causa de muerte entre los jóvenes negros de entre 15 y 19 años, quienes además tienen ocho veces más probabilidades de ser víctimas de estos ataques que los jóvenes blancos.
Nada extraño en una nación donde se han multiplicado y legalizado organizaciones racistas, perfectamente armadas y que nada tienen que envidiar al aun omnipresente Ku Klux Klan.

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