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¿Quiénes y cómo se estimula el terrorismo antiruso?

9 de abril de 2024

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El terrorismo antiruso hunde sus raíces en los tiempos de la llamada “guerra fría”, cuando las potencias occidentales concentraban todas sus fuerzas y llevaban a cabo todo tipo de planes para contener e impedir el desarrollo de la entonces Unión Soviética y, si era posible, llevarla hasta la destrucción con la seguridad de que jamás reviviría, aun cuando intentara hacerlo bajo nuevas formas. Rusia era un adversario demasiado peligroso y potencialmente poderoso como para permitirle resucitar, aún en condiciones de país capitalista.

Se sabía que quienes así razonaban eran capaces de intentarlo, por cuanto entre sus antecedentes más tenebrosos se encontraba el acto de terrorismo de Estado más terrible conocido en la historia de la humanidad hasta entonces, como fue el lanzamiento de las dos bombas atómicas contra la población civil de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945 con el declarado propósito de prevalecer como “potencia triunfadora” de la Segunda Guerra Mundial, aún sobre sus propios aliados.

Nació y se desarrolló a partir de esos momentos una nueva manera de terrorismo de Estado que los países colonialistas también aplicaron frecuentemente en sus luchas contra los movimientos de liberación nacional, sin olvidar el Estado sionista de Israel que desde esos tiempos lo aplica sin piedad sobre el pueblo palestino.

En América Latina, por ejemplo, Cuba ha sido víctima de crueles y cuidadosamente planeados actos de terrorismo de Estado como la invasión mercenaria por Playa Girón y la voladura en pleno vuelo del avión civil de Cubana de Aviación al despegar de Barbados el 6 de octubre de 1976 o el sabotaje al vapor La Coubre el 4 de marzo de 1960.

Ahora la mano siniestra que mueve al terrorismo de Estado se ha movido deliberadamente hasta la Federación de Rusia y para ello usa métodos y vías que se presentan como aparentemente nuevas pero tienen en definitiva la misma esencia y proceder criminal contra la población inocente, que paga el precio de las ideas y los principios que defiende, como es hoy evidentemente el caso del pueblo ruso.

En este caso, el terrorismo antiruso va acompañado de una brutal, extensa y costosa campaña mediática de desinformación y mentiras flagrantes, mezcladas con suposiciones burdas y medias verdades confusas y manipuladas que abarcan incluso el ámbito deportivo.

Los rusos son, sin embargo, diríase que veteranos y heroicos en estas lides, enfrentando y rechazando a los enemigos más poderosos que intentaros sojuzgarlos y destruirlos, Napoleón y Hitler así lo supieron.

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