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¿Quiénes son los terroristas?

11 de enero de 2021

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Nigeria, Angola, Camerún, Guinea Ecuatorial y la República Democrática del Congo crearon una fuerza especial para vigilar y proteger la zona petrolera del Golfo de Guinea -controlada económicamente por transnacionales estadounidenses- de “ataques terroristas”.

Al mismo tiempo, se reportan la muerte de centenares de personas que naufragaron en el Mediterráneo, tratando de llegar a las costas europeas, algo cruel que hace preguntar si la miseria y la desesperante pobreza que empuja a decenas de miles de africanos a escapar de sus tierras e intentar acceder a Europa en frágiles cayucos y pateras, no es una de las peores formas de terrorismo imaginable.

¿Serán calificados de “terroristas” los millones de hombres y mujeres africanos que exigen que la riqueza petrolera no tenga el mismo destino que antaño tuvieron las riquezas diamantíferas, auríferas, uraníferas y coltaníferas?

Asimismo, grupos mercenarios entrenados por Estados Unidos y fuerzas israelíes han estado operando secretamente en Somalia, porque, a pesar de que este país no es productor actualmente productor de petróleo, sus 3 330 kilómetros de costas en el Golfo de Adén, Mar de Arabia y Océano Índico, así como su vecindad con casi todos los países del Cuerno de África, le confieren la condición de corredor estratégico vital para los intereses petroleros imperiales en la región, una especie de Afganistán africano.

La actual condición de país no productor no significa que en su subsuelo no existan yacimientos petrolíferos; en 1991 un informe del Banco Mundial señalaba la existencia de importantes yacimientos en su plataforma marina, especialmente frente a Yemen, en la zona del Golfo de Adén.

Esta información ya era conocida en los altos círculos del poder petrolero mundial, pues en la década de los años ’80 el dictador Siad Barre entregó en concesiones la casi totalidad del territorio somalí a cuatro grandes petroleras norteamericanas: Conoco, Amoco, Chevron y Phillips, y, como nos demuestra la historia petrolera contemporánea, estas corporaciones juegan siempre a ganador y con las cartas marcadas, esto es, jamás invierten en un país sino cuando poseen información fidedigna y confiable de que sus inversiones están aseguradas.

A diferencia del golfo de Guinea en donde sus intereses y las características sociohistóricas de los pueblos que allí habitan aconsejan a los estrategas estadounidenses promover la estabilidad política interna y la buena vecindad entre sus miembros, en el cuerno de África, EE.UU. instiga y maniobra a favor de la desestabilización, las guerras civiles y la balcanización de los países que lo integran.

Al igual que en Iraq, esta inestabilidad, aunada a la condición islámica de la población de sus países, otorgan una patente de corso permanente para intervenir militarmente cada vez que sus intereses así lo indiquen, y es a la vez un cuchillo en la yugular energética de Europa (Golfo de Adén, Mar Rojo) que les permitirá a los norteamericanos controlar cualquier intento europeo de sacudirse su control y dominio.

Para mejor asegurar sus objetivos en esta región, el Imperio ha utilizado la añeja estrategia romana de “Divide Et Impera”, partiendo a Somalia entre tres países: Somaliland al noroccidente, Puntland en la parte nororiental, y Somalia propiamente dicha en el sur.

Todos estos elementos configuran un escenario altamente explosivo que podría involucrar a las minorías somalíes que viven en Etiopía, Uganda, Djibuti, Kenia y Sudán, con efectos catastróficos para la región pero que, al parecer, corresponden a la estrategia de guerra permanente que los ideólogos del poder imperial norteamericano han diseñado para el control mundial en este siglo XXI.

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