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¿Quién es Donald Trump?

15 de enero de 2018

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Este domingo 14 de enero, todavía sin comprender cómo en Estados Unidos pueda gobernar una persona que tilde de “países mierda” a Haití, El Salvador y otras naciones africanas de las más pobres, me encontré, vía Internet, con una recopilación del diario español El País, donde se pone de manifiesto quién es Donald Trump.

Se explica que cada día, a eso de las seis de la mañana, comienza a disparar con su arma favorita –los tuits– contra todo lo que le parezca y con las ofensas más vulgares.

En su primer año de mandato que se cumple este 20 de enero, ha utilizado más de 2300 tuits, muchas veces seguidos de su mediática firma de documentos y pose para las cámaras de televisión. Es como si quisiera asegurarse de que todo el mundo esté convencido de que “él es él y lo demás no existe”.

En su haber mediático lo mismo ha amenazado al juez que frenó el veto migratorio para musulmanes, que arremetió contra medios y periodistas que han sido críticos con su actuación, o ha acusado al ex presidente Obama de haberlo espiado. En esa interminable lista de exabruptos ha insultado a la presentadora Mika Brzezisnski, a un jugador negro de futbol americano o al sheriff racista Joe Arpaio.

Según el citado diario español, Trump dispara tuits como si estuviera en una caseta de feria, pues ha sido incansable durante todo el año en eso de apretar el gatillo mediático.

El magnate presidente, ante todo, se fía de sí mismo. Poco importa que jamás haya ocupado cargo político alguno. Si ponen en duda su equilibrio mental o su solvencia, responde que es “un genio”, asegura la publicación.

Un verdadero retrato de Trump lo expone El País en el siguiente párrafo: Es directo. Entra en cualquier discusión sin preámbulos. Corto y duro. Las presentaciones le aburren. Odia los informes largos. Nada de circunloquios. Todo tiene que ser rápidamente metabolizado. Una estrategia política cabe en un tuit, un acuerdo en una conversación… Frente a la pantalla de televisión pasa, según las reconstrucciones más rigurosas, un mínimo de cuatro horas diarias… No le interesa lo que ocurre en el mundo sino lo que el mundo piensa de él.

Según Tony Schwartz, quien escribió el bestseller “El arte del trato”, para Trump la existencia se tornó un puro combate. Un esquema binario donde solo cabe ganar o perder. Está en guerra con el mundo y únicamente ve un camino: dominar.

Para Bandy X. Lee, profesora de la Escuela de Medicina de Yale, Estados Unidos, “es peligrosamente inestable para alguien que tiene la responsabilidad nuclear. No soporta la crítica ordinaria y muchas de sus respuestas tienden a mostrar un comportamiento violento”,

La especialista, junto a otros 27 psiquiatras ha pedido que se le practique de forma urgente un examen mental.

En su propia guarida –la Casa Blanca–, les grita a sus colaboradores y cuando así lo cree, elimina a los que desea. Así han sucumbido el consejero de Seguridad Nacional, Michael Flynn; el jefe de gabinete, Reince Priebus; el portavoz, Sean Spicer; el director de Comunicaciones, Anthony Scaramucc; y el estratega jefe Steve Bannon. Y otros tan poderosos como el fiscal general, Jee Sessions y el secretario de Estado, Rex Tilerson, bailan en la cuerda floja y han sido despreciados púbicamente por Trump.

Según el diario The Washington Post, durante este primer año de Trump en la Casa Blanca se han contado más de 2 000 falsedades o medias verdades. Lo peor e increíble, señala la publicación, es que parte de la población estadounidense ha dado su brazo a torcer y ese público se ha acomodado a lo que hace el Presidente.

Lo más riesgoso y causa incertidumbre en el mundo es su modo de actuar, el peligro que encierra el dirigir los destinos de un país con la mayor cantidad de armas, incluidas las nucleares, que depende del dedo de Trump, el mismo que le sirve para tuitear con su estilo propio de magnate y presidente.

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