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¡Qué suerte no formar parte de esa «democracia»!

7 de diciembre de 2021

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La noticia de que en la Asamblea General de la ONU se aprobó este lunes que la verdadera representación de Venezuela en esa entidad es la del legítimo gobierno de Nicolás Maduro, es bienvenida por la comunidad internacional.

En realidad nunca debió llegarse a la ONU para tal decisión, por cuanto la República Bolivariana de Venezuela, forma parte, como nación independiente y soberana, del conglomerado mundial miembro de la misma y nada tiene que ver con la fabricación por parte del gobierno de Donald Trump, de un impostor autotitulado como presidente interino de la nación sudamericana.

El mal impuesto por Trump y seguido por algunos gobiernos aliados y sumisos a Washington, ha mostrado no solo la verdadera cara del imperio, sino que dividió —y de qué manera— el consenso internacional, que debe tener como función buscar la solución de los litigios a través del diálogo, sin injerencia externa y sin imposiciones de ningún tipo.

Ya, por suerte no está Trump en la presidencia de Estados Unidos, pero está un Joe Biden, continuador de la política del primero, e incumplidor de sus promesas pre electorales respecto a los temas internacionales.

Bajo el mando de la administración Trump y de la OEA dirigida por Luis Almagro, en 2019 no solo se fabricó a Guaidó, sino que se creó una especie de gobierno paralelo presidido por él, y con el apoyo diplomático y financiero total por parte de Estados Unidos.

Millones de dólares invirtió Washington en ese engendro cuya única ambición era la de derribar al gobierno chavista bajo la dirección de Nicolás Maduro.

Otra noticia de este mismo lunes 6 de diciembre es que uno de los llamados opositores del grupo de Guaidó, el señor Julio Borges, acaba de renunciar a la estructura creada por Washington y presidida por Juan Guaidó y pide, además, la disolución del citado ente golpista que tanto daño ha hecho al pueblo venezolano.

Borges —ahora— considera que el equipo de Guaidó, más que una solución, es un problema para el país. Manifestó, además, que la oposición venezolana «no tiene una ruta, no hay unidad y no hay estrategia».

En este contexto, la escritora e investigadora colombo-venezolana, María Fernanda Barreto, citada por el sitio Sputnik, sostuvo que «el único objetivo claro que cumplió Juan Guaidó, además de refrendar las acciones injerencistas de Estados Unidos, fue sobre todo, legitimar el robo de los recursos venezolanos en el exterior».

A este declive de la oposición extremista encabezada por Guaidó, se suma la rotunda victoria del chavismo en las recientes elecciones regionales, donde el Partido gobernante se alzó con la victoria en 20 de las 23 gobernaciones del país.

Todos estos hechos que muestran a una República Bolivariana pujante y consolidada políticamente, a la vez que se enfrenta a las más severas sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea, no parecen impactar en la actual administración estadounidense, que, sin embargo, ha invitado a Guaidó como único representante del país sudamericano a la Cumbre por la democracia convocada para los días 9 y 10 de diciembre.

Por supuesto, Biden convoca al farsante Guaidó pero excluye de la lista a representantes de países democráticos, libres, independientes como Cuba, la propia Venezuela, Nicaragua, Rusia, China, Irán, entre otros muchos.

¡Qué suerte la de no aparecer entre los convidados para una farsa mediática que nada tiene que ver con la democracia verdadera, la que en Estados Unidos no se practica!

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