¿Qué prensa libre?
9 de junio de 2025
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Si no fuera tan serio movería a risa escuchar sobre el peligro que tiene lo que llaman prensa libre de Estados Unidos en este segundo mandato de Donald Trump.
Cierto, desde su segunda llegada al poder, los ataques se han multiplicado. Ahora, el presidente no sólo va contra los medios que denuncian sus abusos y no creo que en esa democracia que llaman representativa -porque participativa no es- el desenlace dependa de que los editores, los periodistas y los lectores defiendan el derecho a la libre información.
El periodismo en Estados Unidos siempre ha estado al servicio de los intereses que se reparten el mando , o sea, no existe ese cuarto poder que tanto se cacarea y esa aparente discrepancia de opiniones es para empoderar al mejor postor, porque siempre el dinero está presente.
La periodista filipina premio Nobel de la Paz 2021 ya ha advertido a sus colegas estadounidenses: “luchen ahora que todavía tiene fuerza porque después será demasiado tarde”. Maria Ressa está alarmada por el rápido desmantelamiento del sistema constitucional estadounidense que ha puesto en marcha la administración del presidente Trump.
En su afán de cumplir su plan racista de las deportaciones, el colorado personaje hace caso omiso a las disposiciones legales dictadas por jueces que tratan de limitarlo en sus funciones depredadoras, para lo cual utiliza a otros leguleyos que se acoplen a du dictamen.
Los ataques de Trump a los medios de información se iniciaron en su primer mandato y continuaron después. El ahora presidente empezó por desacreditar a la prensa con falsas acusaciones e insultos, incitando incluso a actuar contra la profesión. El miedo a la venganza de Trump es tal que en la última campaña electoral ni medios como The Washington Post y Los Angeles Times no se atrevieron a apoyar a la candidata opositora Kamala Harris, como era habitual en su tendencia favorable al Partido Demócrata.
Pero esta cuestión acerca de la libertad de expresión y con ella lo que llaman prensa libre es solo un sofisma que conviene sacarlo… cuando es conveniente.
Incluso personajes nada sospechoso de izquierdista como lo era el muy buen cantante Frank Sinatra denostó al macartismo y a la prensa anticomunista, cuando al regreso de un viaje a la Unión Soviética fue abordado por agentes de la inteligencia, diciéndoles que en vez de estar molestando debían preocuparse por la enorme cantidad de norteamericanos que no encontraban trabajo y, sin pelos en la lengua, puso como ejemplo a la URSS, porque allí todos laboran y no existe el desempleo, pero que esto los periódicos no lo decían.
Miren que despistados han estado millones de estadounidenses que tildan de izquierdistas a los demócratas y llamado comunista al ahora ex presidente Joe Biden, cuyo equipo de gobierno ha llevado al mundo al borde a la Tercera Guerra Mundial
En este contexto, y frente a una nada simpática Harris, Trump arrasó en las elecciones presidenciales, y ahora utiliza una política tan represiva que ha golpeado severamente a muchos que votaron por él, principalmente latinos y negros.
Como siempre hace para luchar contra los que considera sus enemigos, Trump utiliza el dinero como arma principal. Tiene en el punto de mira a todos los medios de información, pero ha empezado con los principales. Por ejemplo, las tres poderosas cadenas de televisión que dan servicio en todo el país a través de multitud de emisoras locales: ABC, CBS y NBC .
En la primera embestida ABC se rindió. La cadena propiedad de Walt Disney Company llegó a un acuerdo con Donald Trump que la había demandado por 15 millones de dólares por difamación . mentiroso y manipulador presidente.
Todos los expertos eran de la opinión de que ABC habría ganado fácilmente el caso. Trump acusaba de mentir a un periodista de la cadena que dijo que un jurado había considerado culpable al hoy presidente de violar a E. Jean Carroll, lo que sustancialmente era verdad.
Este acto de servilismo no le ha servido a la ABC para ganarse el favor del presidente, porque éste sigue atacando públicamente a la cadena y sus periodistas, acusándoles de deshonestos, de manipular las noticias, de falsedades y, en definitiva, de no tratarle como él quisiera.
Los medios serviles no lo logran con Donald Trump, pero tampoco los que no se rinden. Una de las principales agencias de noticias del mundo, la Associated Press, AP , decidió mantener el nombre de Golf de México en lugar de cambiarlo por Golf de América, tal y como había decidido Trump al llegar a la presidencia. Desde entonces, los periodistas de AP no pueden entrar en el Despacho Oval donde trabaja el presidente, ni acompañarle en el avión presidencial. Ante la oposición de un juez a la medida, el presidente ha echado a todas las agencias.
En estos momentos, es la cadena de televisión CBS quien se juega el dinero y el prestigio. Trump ha demandado por 10 000 millones de dólares a uno de los programas de entrevistas y reportajes de investigación más antiguos , estimados e influyentes de la televisión estadounidense, Sixty Minutes. Según la demanda de Trump, durante la reciente campaña electoral, el programa de la CBS emitió una entrevista con la candidata demócrata Kamala Harris y la editó de forma que le favorecía.
CBS dio a conocer la entrevista completa y demostró que no hubo mala práctica en su actuación, sino un trabajo profesional habitual. Trump, sin embargo, ha pedido a la Federal Communications Comisiones, FCC , la agencia estatal que gestiona el buen funcionamiento de las telecomunicaciones, que saque a la CBS la licencia para emitir. Al presidente le da igual que la libertad de información que garantiza la Primera Enmienda a la Constitución de Estados Unidos proteja a la prensa contra estas demandas.
UNA DEBILIDAD QUE NO ES DE AHORA
La debilidad actual de los medios de información es consecuencia del liberalismo económico y la desregulación que en los años ochenta impusieron los gobiernos del presidente Ronald Reagan. Todas las normas existentes para preservar una información rigurosa, honesta con representación de todos los puntos de vista en el sector audiovisual fueron desmanteladas para siempre.
Con Ronald Reagan se permitió la creación de grandes empresas que contaban con medios de comunicación audiovisuales y escritos, pero también otros negocios como automóviles, electrodomésticos, armas, productos de entretenimiento y ahora plataformas en la red. Las noticias han pasado a ser un producto de consumo más a vender y su valor ya no depende del derecho a la información de la ciudadanía, sino de los intereses económicos globales de la compañía.
Al cabo de los años se ha demostrado lo que ya pronosticaban algunos profesores en las universidades norteamericanas de los años 80. Ya preveían que la desregulación de Reagan, que permitía la creación de empresas de comunicación multimedia y multinegocio, sería a la larga una gran amenaza para la libertad de expresión y de información de la ciudadanía.
Hoy también están en peligro las radios y televisiones públicas de Estados Unidos agrupadas en la National Public Radio (NPR) y en el Public Broadcasting System (PBS) . Estos medios independientes que hacen programas de gran calidad son considerados por la Administración Trump “medios de propaganda progresista, que producen basura que hacen pasar como noticias” y son “intolerantes con los puntos de vista que no son de izquierdas”.
Queda mucho más por decir. Pero apuntemos que esos medios que califican de izquierda se esposan con los de la derecha cuando se prepara una agresión a países más pequeños, y ejemplos sobran.
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