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¿Qué pasa con Siria?

13 de enero de 2014

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No importa que se comiencen a destruir las armas químicas sirias, gracias a la diplomacia rusa, que eliminó el pretexto para una agresión directa de Estados Unidos; ni que las próximas conversaciones de Ginebra para la paz en la invadida nación árabe estén a la vuelta de la esquina; ni que Teherán, Moscú y Beijing combinen esfuerzos con el fin de evitar cualquier situación que provoque por la zona el inicio de una conflagración nuclear.
Los mercenarios siguen entrando numerosamente en territorio sirio, algunos de los cuales dirimen a tiros entre ellos diferencias fundamentalistas, y el número de muertos, refugiados y víctimas de la hambruna aumenta sostenidamente y afecta por lo menos a la cuarta parte de la población.
Los agresores, derrotados sistemáticamente por el ejército, siguen acudiendo en represalia a embestidas terroristas indiscriminadas, y bombardean con morteros instalaciones civiles, incluidos colegios y hospitales, en las principales ciudades, principalmente Damasco, la capital.
Lo cierto es que el número de mercenarios se ha elevado a más de cien mil, procedentes de 83 países. Unos 400 de ellos, de ellos, de nacionalidad chechenia, son herederos de los tristemente famosos por la diversidad y crueldad de torturas que practicaron contra soldados soviéticos en Afganistán, y anunciaron que proseguirán su criminal tarea en Rusia, cuando tengan que abandonar Siria.
Al respecto, el presidente de la república autónoma de Chechenia, Ramzán Kadirov, confirmó que ese territorio del Cáucaso del Norte ruso preparó una tropa especial para enfrentar a esos mercenarios extremistas.
En este contexto, se vincula su participación a los más recientes atentados terroristas en esa nación, en vísperas de las Olimpiadas invernales de Sochi.
La mayoría de esos mercenarios entraron por la frontera turca, y sus salarios son pagados”generosamente” por Arabia Saudita.
Una fuente cercana al gobierno de Riad explicó que la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos exigió al jefe de la Inteligencia saudita aumentar el volumen de las operaciones terroristas en Siria, debido a la constatación por Washington del fracaso de todos sus planes para lograr el pretendido cambio de régimen en Damasco.
El dirigente opositor turco Mohamad Ali Adib, durante una conferencia internacional titulada “Nueva OTAN, guerra privatizada, ejemplo sirio”, celebrada en Ankara, denunció las gigantescas presiones financieras y humanas impuestas por la Organización del Tratado del Atlántico Norte a Turquía, durante los 61 años de su integración a la Alianza, y que nunca dejó al país otomano aprovechar de las facilidades del ente en cuanto al avance de su diplomacia.
Citando al ex primer ministro británico Winston Churchill, señaló que “más vale una gota de petróleo que una gota de sangre”, y recalcó que estas palabras son la traducción exacta de la situación que se vive hoy día en el Oriente Medio.
Y es porque pese a la engañosa propaganda de buscar ahora una salida política a la situación en Siria, Estados Unidos nunca ha cambiado de postura, sigue encabezando todo aquello que lleve a la destrucción del país árabe y debilitar a otros gobiernos de la región, con el fin de dotarse de sus recursos energéticos y fortalecer la seguridad del régimen de Israel, su principal aliado.

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