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Puerto Rico: la mayoría silenciosa

20 de junio de 2017

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Una aplastante mayoría silenciosa –equivalente al 78% del padrón electoral apto para votar–, se quedó en sus casas el pasado 11 de junio y de esta manera mostró su rechazo al plebiscito anexionista organizado por el gobierno colonial actuante del gobernador Ricardo Roselló, quien buscaba apoyo en esta consulta no vinculante para concretar la incorporación de Puerto Rico, como un estado más, a los Estados Unidos de América.

Las cifras conocidas evidencian que fue la mayor abstención electoral en cinco décadas, donde más de las dos terceras partes de los tres millones y medio de habitantes de la isla dieron la espalda al llamado de la opción anexionista que, por otra parte, fue favorecida con una votación mucho menor que en los tres plebiscitos anteriores sobre el tema.

El anexionista Roselló insiste en presentar los 500 mil votos a favor de su engendro, como supuestamente mayoritarios si solo se toman en cuenta los asistentes al acto del sufragio, lo cual constituye un burdo engaño y una adulteración de lo que realmente sucedió y quedó avalado por los resultados.

Tales cifras eran de esperarse pues la tesis de la anexión enfrentó conjuntamente a las otras dos fuerzas políticas prevalecientes en Puerto Rico, tanto los independentistas como los partidarios del Estado Libre Asociado que abogan por mantener el status actual.

Por otra parte, todo indica que la clase política estadounidense estima el momento no propicio para la anexión de la isla, actualmente en bancarrota y con 70 mil millones de dólares de deuda, a punto de drásticos recortes presupuestarios y a los gastos sociales.

A lo anterior se añaden los criterios de la actual Administración Trump, reacio a todo lo que signifique mayor influencia o presencia latina y a cargar con deudas y compromisos anteriores a su mandato.

Si a ello se agrega el carácter no vinculante de la consulta y su inutilidad práctica –realizada solo para satisfacer las ilusiones anexionistas de Roselló y los suyos– se comprende que la abstención la haya marcado en esta ocasión con abrumadoras cifras.

Algunos observadores extranjeros y locales, sin embargo, han señalado que fue una oportunidad propicia para mostrar una amplia base popular que, por una u otra razón, rechaza la anexión a Estados Unidos. a la cual no es posible deslumbrar ya con los sueños de ser parte integrante del Imperio y sus supuestas ventajas. Ha crecido notablemente la conciencia de que, aun dentro de Estados Unidos, no dejarían de ser colonia o un estado discriminado, de segunda clase.

No es casual que, en medio de la campaña se escucharan voces reclamando que “la anexión es peor que la colonia!

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