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Protagonismo de la juventud haitiana

4 de noviembre de 2019

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Si algo tiene que ser destacado en las manifestaciones de protesta contra el gobierno pronorteamericano de Jovenel Moise en Haití es la unión por vez primera de las facciones de oposición y, principalmente, del papel combativo de la juventud  incorporada a la lucha contra un neoliberalismo que se torna aún más criminal, cuando se aplica a un pequeño país con la mitad de la población no debajo del cinturón de la pobreza, sino en plena hambruna.

La desesperación por la renuncia del mandatario ha llevado a tal nivel que muchos afirman que si no lo hace, lo destruirán todo, pero al imperialismo le tiene sin cuidado, nada preocupado por la muerte de centenares de personas de la raza negra que odia, ni de los más de 2 000 heridos y muchos más desplazados por la destrucción reinante.

Misioneros religiosos y activistas sociales que realizan labores de ayuda en Haití, comenzaron a abandonar ese país por la frontera con la República Dominicana, debido a la tensión imperante por las violentas protestas,

Se van los religiosos, pero allí quedan las fuerzas de la ONU que, de una u otra manera, siguen el diktat de Washington, que se ha mostrado preocupado por el papel central tomado por los jóvenes haitianos movilizados e involucrados en los distintos movimientos sociales que demandan un cambio en el sistema político del país.

“Siempre se habla de democracia. Pero si uno ve nuestro país todavía no puede hablar de una democracia verdadera,”,  contaba Yvenique Bathard, una joven haitiana, a AFP en Puerto Príncipe, la capital.

Es una visión que comparte Sofía Pascual, una joven argentina que a sus 21 años dejó todo para irse de voluntaria a Haití: “La situación va a seguir hirviendo de a poco. Hay mucha gente que no tiene plata para comprar comida”.

La oposición, liderada por Jean-Charles Moïse, afirma que su objetivo es crear un gobierno de transición para proporcionar programas sociales y procesar a funcionarios corruptos.​

Las protestas comenzaron después de los informes de un tribunal de que funcionarios de alto nivel del gobierno haitiano habían utilizado indebidamente hasta 3 800 millones de dólares en préstamos del Petrocaribe de Venezuela y que una empresa propiedad del presidente Moïse había estado involucrado en la corrupción, lo  cual se agregó a los problemas económicos, incluido el aumento del costo de la vida.

También alimentaron las manifestaciones la actitud de Moise de tratar de instaurar por la vía de la represión un neoliberalismo dictado por el FMI, que hace desaparecer los entes públicos para convertirlos en privados, sube los precios de los alimentos y combustibles e impide cualquier aumento salarial,

Con una galopante inflación y la devaluación acelerada de la moneda nacional, el préstamo de 229 millones de dólares del FMI endeudará más a esa nación.

Como toda una burla, EE.UU. encabeza el denominado grupo “Amigos de Haití”, que ha llamado al diálogo y se escuda en un organismo tan desprestigiado como la Organización de Estados Americanos para lograr el cese de la violencia,

Pero es muy difícil hacerlo en las actuales circunstancias, cuando la mayoría de los manifestantes provienen de los siempre abandonados barrios pobres -la inmensa mayoría- y elevarse la calidad de la demanda política, y estar, subrayo, la juventud bastante involucrada, en medio de un panorama adecuadamente narrado por Marc-Arthur Fils-Aimé, director general del Instituto Cultural Karl-Lévêque:

“Las reivindicaciones se han vuelto tan radicales que parecen una lucha de clases. Las luchas económicas se superpusieron a las luchas estructurales. Es casi imposible definir claramente los contornos de las perturbaciones actuales, si se separan del tejido socioeconómico y cultural del país donde las élites exportadoras han prosperado hasta el punto de reducir la isla a un estado de neocolonia”.

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