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Primera Declaración de La Habana: aniversario 60

2 de septiembre de 2020

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El 2 de septiembre de 1960 -hace exactamente seis décadas-, el pueblo cubano reunido en Asamblea General Nacional en la Plaza de la Revolución aprobó la Primera Declaración de La Habana, en respuesta a la denominada “Declaración de San José” fabricada por la OEA y sus amos yanquis en la reunión de cancilleres de finales de agosto.

Como de costumbre, esta cita de la siempre servil OEA había sido estimulada por el gobierno imperialista de Estados Unidos con el propósito de condenar a la Revolución Cubana y su gobierno revolucionario, como forma de abrir el camino diplomático e intervencionista a la agresión mercenaria directa que ya se gestaba en los campamentos de Guatemala, en la Nicaragua somocista y en la zona yanqui del Canal de Panamá.

La gigantesca concentración de más de un millón de personas presentes en la Plaza, escuchó en la voz de Fidel Castro el histórico documento que a partir de entonces se convertiría en una pieza fundamental e inspiradora para el pueblo de Cuba y también para los pueblos hermanos de América Latina y el Caribe.

El espíritu y aun la letra de la Primera Declaración de La Habana mantienen hoy plena vigencia y candente actualidad; en ella se marcan claramente el rumbo y el contenido de las luchas populares en el continente, ella resume y sintetiza aspectos de la política mundial y se desenmascaran las pretensiones hegemonistas del imperialismo yanqui.

La lectura y el estudio cuidadoso de la Primera Declaración de La Habana nos revela que no es un panfleto de ocasión, ni una receta ni un dogma: es un estudio científico y fundamentado como posiblemente no se había presentado hasta entonces en el decursar de las heroicas luchas por la segunda independencia de América Latina y el Caribe.

De su lectura y análisis, cada pueblo hermano puede llegar a sus propias conclusiones y desprender de ella todo lo que se ajuste a sus condiciones concretas, tradiciones, costumbres y niveles de desarrollo político, económico y social, dentro del gran marco que significa la lucha antimperialista y liberadora, por la justicia social, la independencia económica y la soberanía nacional.

Estructurado en nueve capítulos, la Declaración de La Habana –como se le llamó entonces-, es un documento histórico de fácil comprensión para las masas populares a las que va dirigida; es un modesto pero oportuno aporte teórico de la Revolución Cubana a las luchas de los pueblos latinoamericanos y caribeños; sigue abriendo caminos.

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