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Presiones y dimisiones

27 de febrero de 2024

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El primer ministro palestino, Mohamad Shtayé, ha dimitido con el argumento de la grave «situación política, económica y de seguridad derivada del genocidio israelí en Gaza».

Ocurre la renuncia en momentos en que el premier israelí, Benjamín Netanyahu, ha revelado que su plan es controlar completamente a Gaza, y el gobierno de Estados Unidos, pretende «organizar una paz a su manera», mientras ha vetado en la ONU todo lo que signifique alto al fuego como primer momento para reiniciar las negociaciones de acuerdo a lo establecido por Naciones Unidas de la existencia de dos estados.

Hasta este lunes, 29 782 palestinos han fallecido y 70 043 han resultado heridos por la metralla del gobierno sionista contra Gaza.

Mohamad Shtayé presentó su dimisión y la de su equipo de Gobierno, ante el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas.

El ahora ex premier, ha definido la actual situación como de «un ataque feroz y sin precedentes, un genocidio con desplazamiento forzado de los habitantes de Gaza, así como hambruna, intensificación del colonialismo, terrorismo de los colonizadores y repetidas invasiones de campos y aldeas en Jerusalén y Cisjordania», según la agencia Reuters..

En igual sentido ha admitido que se necesita una «nueva etapa, cuyos desafíos requieren acuerdos gubernamentales y políticos que tengan en cuenta la nueva realidad en la Franja de Gaza, y el diálogo para la unidad nacional palestina».

El plan presentado por Netanyahu la víspera, ni siquiera menciona a un gobierno civil palestino, mientras hace énfasis en que las tropas de su país mantendrán el control de la Franja de Gaza.

Resulta más que todo repugnante que, en medio de una verdadera masacre contra la población palestina de Gaza, tanto Estados Unidos como Israel estén manejando obscuras componendas tras bambalinas, con planes de una supuesta paz, pero con una Palestina sin palestinos y una Franja de Gaza arrasada por la metralla sionista.

Así se corrobora en el proyecto israelí post guerra y también en la telaraña que desde Washington se pretende imponer, luego de haber vetado todos los proyectos de resoluciones que el Consejo de Seguridad de la ONU nunca pudo aprobar para siquiera lograr un alto al fuego.

Por supuesto, no será la renuncia del gobierno palestino la solución de un problema que, más que todo, requiere unidad entre esas fuerzas para lograr que se respete la existencia de un Estado palestino con Jerusalén este como su capital.

Si Estados Unidos saca sus manos de ese conflicto y en vez de atizarlo, suspende el envío de armas a Israel y el abierto apoyo a sus acciones de guerra, entonces se podrá hablar y creer en una solución perdurable, aunque los miles de niños palestinos muertos y las decenas de miles de heridos, no podrán ser devueltos con vida a sus familias.

Ni presiones estadounidenses, ni dimisiones en el gobierno palestino, serán la solución que la comunidad internacional espera.

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