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Presa difícil

10 de febrero de 2015

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De los lugares donde Estados Unidos utiliza directa o indirectamente su fuerza militar para sembrar el terror bajo el pretexto de combatirlo, la República Árabe de Yemen es quizás el menos mencionado.
Y hoy surge a la palestra cuando el gobierno amparado por el imperialismo norteamericano ha volado virtualmente en pedazos, gracias a la ofensiva triunfadora de los rebeldes chiítas huties, que se oponen también a la facción terrorista de Al Qaeda.
Lo paradójico es que Estados Unidos ha suspendido lo que alegaba que eran acciones contra Al Qaeda “por razones de seguridad”, al comprobar que los huties pueden tomar una posición ascendente en la configuración política del país.
Yemen se había convertido en un campo de experimentación para la ofensiva de los aviones sin piloto o drones, culpables de la muerte de miles de civiles y cuantiosa destrucción.
Incluso se afirmó que el cielo yemenita fue testigo del estreno del inédito drone llamado Tritón, un avión no tripulado que abriría nuevas posibilidades en las tareas de espionaje, con vuelos de casi nueve horas y media de duración a una altitud de más de 15 000 metros, de acuerdo con el fabricante Northrop Grumman.
De todas maneras, las acciones de los drones no solo no han eliminado los focos de los verdaderos terroristas, sino que han colaborado con sus crueles acciones.
Así el Daesh (nombre árabe del Ejército Islámico) se aprovecha de la situación en Yemen. En un ambiente tenso y con el objetivo de convulsionar la situación política y de seguridad, extendió su influencia atacando a los huties y a otra organización no terrorista, Ansarolá, al tiempo que recluta mercenarios integrantes de Al Qaeda.
Todo esto ocurre mientras en los últimos meses, grupos terroristas se han enfrentado con Ansarolá y los comités populares, y el ejército sólo ha sido un espectador de esta situación, lo que ha dado lugar a ciertas especulaciones contra Saná y, por carambola, con su protector estadounidense.
Lo triste es que prosigue la ola de violencia, que solo el pasado año causó 7 000 muertos, entre ellos 1 200 civiles
La cifra triplicó las víctimas del 2011, año en que las protestas de la mal llamada Primavera Árabe derivaron en el derrocamiento del presidente Alí Abdalá Saleh y desataron una espiral de violencia en Yemen.
De acuerdo con un informe del Centro Abaad, las milicias hutíes de Ansar Alá controlan actualmente un 70% de las capacidades del ejército. El pasado año, se apoderaron de 120 blindados y un centenar de misiles, y hoy, mientras hacen huir al gobierno de Saná se enfrentan a los terroristas de Al Qaeda como a Estados Unidos y sus drones asesinos.
En estos momentos, las costas de Yemen están inundadas de barcos de diferentes nacionalidades, esperando el momento para atacar. El Imperio no quiere dejar escapar a esta presa, que se le hace difícil.

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