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Predominio castrense

11 de julio de 2019

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Tras nutridas y violentas manifestaciones de protesta, fuertemente atacadas por el ejército, la oposición logró que los militares que controlan Sudán, tras deponer a Omar al Bashir, accedieran a formar un gobierno de transición que, nominalmente, compartirá el poder con civiles.

“Las dos partes acordaron la instauración de un consejo soberano con una alternancia entre militares y civiles durante un periodo de tres años o un poco menos”, anunció en conferencia de prensa Mohamed El Hacen Lebatt, mediador de la Unión Africana (UA) en las negociaciones entre el Consejo Militar de Transición (CMT), que dirige el país, y la Alianza para la Libertad y el Cambio (ALC), punta de lanza del creciente movimiento opositor. Ambos “acordaron” mantener una dirección “alterna” de esta instancia.

El mediador no especificó qué mecanismo se utilizará. Pero, según un plan de transición establecido por los mediadores de la UA y de Etiopía, el “Consejo Soberano” deberá estar presidido inicialmente por un militar, durante 18 meses, y después un civil tomará el relevo hasta el fin de la transición.

“Este acuerdo abre el camino para la formación de las instituciones de la autoridad de transición, y esperamos que este sea el comienzo de una nueva era”, dijo Omar al-Degair, un delegado de la ALC.

“Quisiéramos tranquilizar a todas las fuerzas políticas, a los movimientos armados y a todos los hombres y mujeres que han participado en el cambio… que este acuerdo será integral y no excluirá a nadie”, dijo el general Mohamed Hamdan Dagalo, jefe en funciones de la Consejo Militar de Transición, quien no tiene un buen historial en el respeto a los derechos humanos.

Dagalo, jefe también de las Fuerzas de Apoyo acusadas por la ALC de aplastar las protestas, de genocidio en Darfur y también en Yemen, agradeció a los mediadores “su esfuerzo y paciencia”.

 

El cuartico está igualito

No obstante, todo permanece igual que antes, con la presencia omnímoda de Estados Unidos para que se dé una apariencia apacible a lo que no lo es, mientras Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos aumentan la multimillonaria ayuda a la parte castrense y la Unión Europea mantiene su subvención a paramilitares que combaten grupos armados rebeldes, quienes rechazaron cualquier acuerdo su consentimiento.

Aunque Sudán, país que era gobernado por la rama local de la Hermandad Musulmana desde el golpe de Estado del general Omar el-Bechir, era oficialmente enemigo de los occidentales, estos en realidad lo apoyaban

A partir de 1992 y hasta 1996, Sudán acogió un equipo de la CIA que incluía a Osama ben Laden, precisamente en momentos en que Ben Laden organizó para la OTAN la “Legión Árabe” en Bosnia-Herzegovina.

Acusado de crimen contra la humanidad, el nombre de Al Bashir figura en una orden de arresto internacional de la Corte Penal Internacional desde el 2008. Pero el general siguió moviéndose con total libertad y los paramilitares sudaneses han proporcionado numerosos mercenarios a las a las agresiones inspiradas por Occidente en Libia y Siria.

La Casa Blanca anunció la reducción de las sanciones como parte de un proceso de participación de cinco vías. El 16 de marzo del 2017, EE.UU. y Sudán anunciaron la reanudación de las relaciones militares, después de intercambiar agregados. En abril, se anunció que la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA), que estaba “especialmente interesada en que se levantaran las sanciones”, había decidido abrir una gran oficina en Jartum. Sudán también fue eliminado de la lista de países de mayoría musulmana en la prohibición de viaje estadounidense.​ El 6 de octubre Estados Unidos eliminó permanentemente todas las sanciones de 1997 después de que Sudán cortara todos los lazos con la República Popular Democrática de Corea.

El 75% del presupuesto nacional de Sudán está consagrado a los gastos de “defensa” y “seguridad”, mientras el conjunto de la actividad civil del país recibe sólo un 25% del presupuesto

Pero esto no importa a EE.UU. que sólo quiere que nada estorbe la relación con un régimen que está apoyando su política en el Medio Oriente, en la que intervienen a su lado Israel, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, todos posicionados para interferir contra Irán.

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