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¿Por qué no, un curso de Historia para Biden y Trump?

23 de enero de 2025

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Siempre supe, que, en eso de enseñar Historia, Estados Unidos no ocupa un lugar destacado dentro de la enseñanza general y universitaria.

Y es que, en mi opinión, la Historia no se puede, ni enseñar ni aprender, usando contextos mutilados por motivaciones políticas e interpretaciones alejadas de la realidad.

Por ejemplo, si se trata de Historia Contemporánea, Estados Unidos tendrá que explicar— y explicar muy bien—, que en pleno Siglo XXI, dos de sus últimos presidentes, Joe Biden y Donald Trump, han usado las prerrogativas de su cargo, y en sus discursos o en las redes sociales han deformado a su manera hechos históricos, como la Segunda Guerra Mundial, de vital importancia en el mundo de nuestros días, donde hay un reverdecer del fascismo y otras tendencias.

Textos hay, pero programas e interés faltan, para mostrar contenidos históricos y culturales tales como se desarrollaron y que deben ser de carácter obligatorio en las distintas enseñanzas.

Por supuesto, como todo en esta vida, existen excepciones válidas, tanto a nivel institucional como personal, aunque ni Biden ni Trump, aparecen en esos listados.

Esta semana, cuando el republicano Trump irrumpió por segunda vez en la Casa Blanca, ya lo esperaban casi cien carpetas oscuras, de contenido diverso, para ser rubricadas en pose arrogante y en su mayoría dirigidas a romper las normas de la convivencia pacífica y las relaciones entre países y pueblos.

Dentro de ellas también había citas históricas disparatadas, y odio enfermizo contra todo aquel cuyo pensamiento no coincida con el firmante presidente.

De igual forma, en el maratón de discursos y comparecencias ante la prensa, o en los mensajes a través de las redes, no faltaron los disparates a la hora de mencionar hechos históricos.

Por ejemplo, cuando escribió: «Nunca debemos olvidar que Rusia nos ayudó a ganar la Segunda Guerra Mundial, perdiendo casi 60 millones de vidas en el proceso».

En el corto párrafo, cometió varios errores históricos: «Rusia nos ayudó», cuando en realidad fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la que llevó el peso de la guerra, derrotó al nazismo, conquistó la victoria y puso la bandera de la URSS en el Reichstag, en Berlín. Igualmente, las pérdidas humanas suman alrededor de 27 millones —no 60 millones como dice Trump—.

Además, Estados Unidos lanzó dos bombas atómicas,  contra las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, ambas en Japón, cuando ya la guerra estaba casi terminada y los alemanes nazis derrotados en la contraofensiva final liderada por las fuerzas armadas soviéticas.

Sin tener que rebuscar muchos años de distorsión histórica, es preciso recordar que en mayo del año pasado, el ahora expresidente estadounidense Joe Biden declaró que los soldados de su país «liberaron un continente y literalmente salvaron el mundo» en el conflicto global.

Por supuesto, de las bombas atómicas y los miles de personas muertas y mutiladas, ni una palabra, esa es la historia que pretenden borrar, y reescribirla de acuerdo a sus intereses.

En esa ocasión, el vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dimitri Medvédev, dijo que «Washington está intentando deliberadamente distorsionar los hechos de la historia» y calificó la afirmación equivocada de Biden, «no como demencia senil, sino una línea consciente para reescribir la historia».

Rusia ha dicho que estas mentiras históricas por parte de los presidentes estadounidenses, incluyendo los actuales, son muestra de que «sufren, uno a uno, el síndrome del revisionismo histórico» según despacho de RT.

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