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Pifias turcas, una tras otra

14 de diciembre de 2015

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Aunque aparentemente regañada por su jefe –la Organización el Tratado del Atlántico Norte (OTAN)–, Turquía ha seguido provocando a Rusia, no solo en la frontera con Siria, sino en el Mar Egeo, donde se desplaza constantemente la Armada de Moscú que protege las costas del país árabe.
Las provocaciones del peón otanista se producen en los momentos en que Rusia y el ejército sirio asestan rudos golpes a los terroristas invasores y cortan el flujo del petróleo robado hacia el exterior, fundamentalmente por el territorio turco.
Según el investigador francés Thierry Meysan, “las exportaciones de crudo, recientemente reiniciadas en violación de la resolución 2701 del Consejo de Seguridad de la ONU, ya no pasan a través de Palmali Shipping & Agency JSC, la compañía del multimillonario turco-azerí Mubariz Gurbanoglu, sino de la empresa de Bilal Erdogan, hijo del Presidente turco”. También es sabido que la familia Erdogan no es la única beneficiada, ya que del mismo robo participan otros entes capitalistas de la OTAN.
En cuanto a las provocaciones turcas, Moscú ha respondido con “cabeza fría”, con el fin de evitar una confrontación que pueda llevar a una catastrófica Tercera Guerra Mundial.
Recordemos que un día después de que el bombardero Su-24 ruso fuese alcanzado por un misil aire-aire turco, el presidente Vladimir Putin tomó la decisión de enviar a la base Hmeymim en Siria los modernos y ultra temidos sistemas antimisilísticos y antiaéreos
S-400 Triumf, diseñado para destruir varios objetivos a la vez y a diferentes alturas, con lo que es capaz de crear una defensa antiaérea de varias “capas”, ya que pueden hacer blanco simultáneamente en 36 objetivos aéreos de cualquier tipo, y contraatacarlos con hasta 72 misiles.
Su alcance es de hasta 200 kilómetros, lo que da a Rusia el control total del espacio aéreo del país árabe, permitiéndole derribar cualquier avión militar de la OTAN que se atreva a sobrevolar Siria sin su consentimiento.
Esto es importante, porque aviones franceses, británicos y norteamericanos se han comprometido a atacar al Estado Islámico, y en su accionar bombardearon por “error” posiciones del ejército sirio, el cual, no obstante, no ha frenado su avance y recuperación de localidades en las provincias de Alepo y Latakia.
Es decir, Moscú respondió a la provocación turca con el fortalecimiento de su base de apoyo en territorio sirio, así como con enérgicas medidas económicas por la continuación de las provocaciones de Ankara contra la fuerza aérea y ahora a la Armada.
Y es que el gobierno de Erdogan quiere desviar la atención de la población hacia los problemas que ha creado con Rusia para tratar de consolidarse en el poder ante la creciente inestabilidad, fragilidad y posibilidades de una implosión y desintegración del aparentemente “sólido” Estado y sociedad turca.
Pifia tras pifa del régimen, con el fallido propósito de obviar las profundas contradicciones políticas, étnicas, culturales y sociales que amenazan al Estado construido de las ruinas del imperio otomano. Pero esto es un tema para un más profundo y amplio comentario.

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