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Pifias imperiales sobre Irán

14 de marzo de 2016

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Cuando todo parecía que navegaba sobre cauces normales, Estados Unidos prorrogó por un año las sanciones contra Irán, alegando que sigue con ensayos misilísticos, a pesar de que estos tienen carácter puramente defensivos y Teherán ha estado cumpliendo al pie de la letra el acuerdo sobre su programa nuclear acordado con el propio EE.UU. y naciones europeas.
Detrás de esto, por supuesto, está Israel, que siempre se considera amenazado por Irán, no obstante comprobarse que la nación persa no ha tenido nunca capacidad para fabricar armas nucleares.
Lo cierto es que este prejuicio es de larga data, cuando Estados Unidos calificó de acto terrorista iraní el atentado contra una base de marines en 1983 en Beirut.
El contexto inmediato del hecho fue la invasión israelí de Líbano un año antes y la guerra civil multilateral que causaba estragos entre las facciones libanesas. Los agresores llegaron a Beirut para aplastar al combativo Hizbullah y de paso aniquilar a la Organización para la Liberación de Palestina.
Así, el presidente norteamericano, Ronald Reagan, envió un contingente de marines para apoyar a los invasores israelíes y a las facciones derechistas que, alentadas por Tel Aviv, ya habían masacrado a varios miles de mujeres, niños y ancianos palestinos en los campos de refugiados de Sabra y Chatila.
Fue entonces, subrayo, que Reagan ordenó al USS New Jersey a que disparara proyectiles de largo alcance contra las aldeas musulmanas chiítas, para convencer a los reaccionarios falangistas que EE.UU. los estaba apoyando.
El 23 de octubre, los chiítas devolvieron el golpe, al enviar a un atacante suicida a la base estadounidense, con un elevado número de muertos y heridos. Ello provocó la retirada de los agresores norteamericanos y la propaganda al respecto en que achacaban el hecho a Irán, cuando lo cierto es que era una lógica acción libanesa de legítima defensa contra una nación que se ha caracterizado siempre por agredir a los más débiles.
Ha sido necesario recordar este hecho de hace 36 años, para ejemplificar las constantes pifias de Estados Unidos contra Irán, al que siempre ha considerado una amenaza militar.
El intelectual y ensayista norteamericano Noam Chomsky indica que es ridículo el temor de los aliados israelíes y sauditas ante los iraníes, cuado la propia inteligencia estadounidense ha confirmado que Teherán tiene un gasto militar que no está en relación con los estándares de la región y que sus doctrinas estratégicas son defensivas.
Por ejemplo, el gasto miliar iraní es una facción del de Arabia Saudita e incluso bien por debajo de los Emiratos Árabes Unidos. En total, los estados del Consejo de Cooperación del Golfo gasta en armas ocho veces más que Irán, un desequilibrio que dura ya varas décadas. Esos países del Golfo Pérsico han adquirido –y continúan haciéndolo– algunas de las armas más avanzadas y efectivas del mundo, mientras que Irán sigue manteniendo sistemas obsoletos y sufre la propaganda mediática imperialista, cuando logra avances defensivos, como acaba de suceder.
Ningún analista serio cree –independientemente del acuerdo que Teherán cumple, reitero– que Irán utilice alguna vez un arma nuclear o amenace con ello, y sufrir entonces su inmediata destrucción. Por ello Washington debe enmendar sus constantes pifias y evitar que entidades terroristas –algunas de las cuales ayudó a crear– pueda conseguir el artefacto nuclear.

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