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Peor que la COVID-19

8 de julio de 2020

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Pese a que su gobierno indolente ante la pandemia del nuevo coronavirus provoca infección y muerte y coloca a Estados Unidos en el centro mundial de la enfermedad, Donald Trump acelera la estrategia de la política exterior de su país de lanzar asaltos en contra de gobiernos electos democráticamente, pero que no son del agrado de Washington.
Ello se intensificó luego de no haber logrado su objetivo en Siria, gracias a la determinación del pueblo árabe y la solidaridad de Rusia, por lo que en esa parte del mundo se ha dedicado a destruir y destruir, apoyando a grupos terroristas que dice combatir, como pasa en el propio territorio sirio, Iraq y Afganistán dando el visto bueno al genocidio en Yemen y Palestina.
Lo anterior está avalado por el buen trabajo del espionaje norteamericano, su captación de elementos acólitos en varios países y la consecuente derechización de la sociedad, debido a que ese maridaje sigue dando sus frutos, podridos, claro, pero buenos para el Imperio.
Al despliegue y revitalización de bases militares en algunos países ha seguido esta ofensiva, que está logrando la derechización de la sociedad brasileña, y con ello el poder fue asaltado por un fascista con apoyo del alto mando militar de las fuerzas armadas, la oligarquía nacional y los indispensables medios de comunicación que tanto moldean a una masa que no ha sido preparada ideológicamente, en parte por la debilidad y previsión de gobiernos con tintes progresistas.
Ello hizo que el triunfo del fascismo en Brasil -hoy con la cara de Bolsonaro y luego podría ser con otro- cerró aún más el cerco sobre Venezuela, a lo cual se agregó el inminente peligro que representó el golpe de Estado contra Evo Morales en Bolivia.
Esta estratega norteamericana para Latinoamérica ya había sido revelada hace cuatro años en documentos de WikiLeaks estudiados por Alexander Main y Dan Beeton, del Centro para la Investigación Económica y Política, con sede en Washington. O sea, son conclusiones que parten del corazón del Imperio.

 

CON DIFERENTE MATIZ

Este tipo de asalto ha tenido matices diferentes en Europa, como cuando Grecia trató de oponerse al dictado de las instituciones internacionales que obligaban al país a aceptar un paquete de nuevas medidas de austeridad. El endeudado Estado griego no pudo negarse a cumplir las órdenes de la Troika de acreedores. Después del referéndum convocado por el pasado gobierno de Alexis Tsipras, el Banco Central Europeo privó a la economía griega de liquidez, lo que intensificó la recesión y convirtió en una farsa el resultado del voto popular.
Una batalla similar por la independencia de las naciones se llevó a cabo en Suramérica durante 15 años, pero en los últimos cuatro EE.UU. ha estado liquidando la “disidencia” estatal, utilizando las mismas prácticas que se esgrimieron contra Atenas primero e infiltrando figuras afines del propio país, con todo el apoyo logístico de la mentirosa parafernalia mediática, logrando sus fines de manera “democrática”, aprovechando, reitero, los deslices e inconsecuentes del contrario.
No hay que olvidar que el neoliberalismo se impuso en América Latina antes de que Berlín y Bruselas humillaran a la democracia en Grecia. A través de la coacción ejercida por los “Chicago Boys” (jóvenes economistas latinoamericanos que regresaron a sus países después de estudiar en EE.UU.,), Washington logró difundir en Suramérica la austeridad fiscal, la desregulación, el “libre comercio”, la privatización y la destrucción del sector público desde mediados de 1980.
El resultado fue similar a lo que se vio en Grecia: “el estancamiento del crecimiento, el aumento de la pobreza, el deterioro de las condiciones de vida de millones de personas y una serie de nuevas oportunidades para los inversores internacionales y corporaciones multinacionales”. Pero entonces los candidatos contra el régimen neocolonial comenzaron a ganar las elecciones y a ofrecer resistencia a la política exterior de EE.UU., poniendo en práctica sus promesas electorales de redistribución social y reducción de la pobreza.
De 1999 a 2008, estos candidatos ganaron las elecciones en Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Honduras, Ecuador, Nicaragua y Paraguay. Gran parte de los esfuerzos del gobierno norteamericano para subvertir el orden democrático de estos países y volver a imponer el régimen neoliberal son ahora de dominio público gracias a las filtraciones de WikiLeaks que revelaron la verdad sobre la presidencia de George W. Bush y del comienzo de la presidencia de Obama.
Pero en los últimos cuatro años, subrayo, Washington prestó, intensificó, diría, apoyo estratégico y material a los grupos de la oposición, algunos de los cuales eran, son, antidemocráticos y violentos, lindando con el fascismo, con un apoyo mediático que revela la naturaleza de los emisarios ideológicos estadounidenses de la Guerra Fría, como parte de una estrategia expansionista que, lamentablemente, va teniendo éxito.

Comentarios



Javier Hernández Fernández / 8 de julio de 2020

Peor que la covid-19 es Trump y el demonio.