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Peor, imposible…

22 de abril de 2024

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Son seres humanos identificados como inmigrantes. Los hay niños, mujeres, hombres, de una u otra nación. Pueden ser de la región de las Américas, de Asia o África. Todos se han propuesto llegar hasta allí con la imagen grabada del estigmatizado «sueño americano».

Pero, cada vez una cantidad mayor, ha encontrado la muerte, ya sea en el tránsito por la selva, víctimas de coyotes y traficantes, o se han ahogado al tratar de cruzar el río Bravo. También mueren por inanición.

La disputa política entre aspirantes a la presidencia o a ocupar otros cargos dentro del gobierno federal o las administraciones estaduales, han usado y siguen usando el tema migratorio como mecanismo político y electoral, en busca de inclinar la balanza de los votos, a favor de uno u otro contendiente.

En ese ambiente —bastante tóxico por cierto—unos esperan la vuelta de un reciclado gobierno republicano de mano dura, que dé continuidad al muro divisorio en la frontera sur —al estilo Apartheid— y otros, porque se mantenga la inercia actual. En ambos casos, no se pone coto a la cifra de muertos en el tránsito migratorio hacia territorio estadounidense.

Lo real es que hoy, cuando faltan siete meses para que se decida quién llevará las riendas de la Casa Blanca, una noticia, llegada del estado de Texas, expone la situación crítica de una ciudad estadounidense donde la cantidad de inmigrantes muertos en la travesía hacia ese país, crece por día, lo que ha colapsado las morgues y otros recursos necesarios para enfrentar el problema.

Un despacho noticioso del sitio RT, fechado en Texas, refiere que uno de los lugares más mortíferos en el límite entre EE.UU. y México, está repleto de cadáveres de inmigrantes que fallecieron intentando cruzar la frontera.

La migración a niveles récord ha provocado fallecimientos sin precedentes en el condado de Maverick, una comunidad fronteriza, que es la zona cero de la disputa entre Texas y la Administración de Joe Biden, refiere el citado despacho noticioso.

Según un reporte publicado recientemente por The Washington Post, la mayoría de las víctimas se ahogan al intentar cruzar el río Bravo, mientras que en otras jurisdicciones mueren deshidratados al tratar de transitar las vastas y desoladas tierras del estado.

Ante la situación, las autoridades se han visto obligadas a usar un remolque frigorífico, adquirido durante la pandemia del COVID-19, para albergar a 28 cuerpos, refiere.

Asimismo, algunos de los fallecidos son enterrados sin que sus familias sepan qué les pasó, ya que la falta de identificación impide que sean notificadas. Los funcionarios del condado afirman que no tienen capacitación, ni los suministros necesarios para poder recolectar muestras de ADN de cada persona no identificada, como exige la ley estatal.

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