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Patas arriba

19 de enero de 2015

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Lo decía Eduardo Galeano hace años y hoy sigue igual: Este mundo en que vivimos, donde nada derecho anda bien, si está patas arriba, se encuentra a la moda.
En ello tiene mucho que ver, casi todo, esa manoseada y dirigida hasta el tope propaganda de los medios masivos occidentales de desinformación en que, como se dice comúnmente en Asia, hace ver negro lo blanco (generalmente el color luctuoso), y viceversa.
Cuando hace algunas semanas celebramos el Día de los Derechos Humanos, en esa misma ocasión se entregaba el controvertido Premio Nobel de la Paz, el cual, menos mal, recayeron en figuras que se hicieron efectivos acreedores, como la paquistaní Malala Yousafzai y el indio Kailash Satyarthi, presidente de la Marcha Global contra el Trabajo Infantil.
Otro indio, Mahatma Gandhi, padre de la liberación pacífica de la India, nunca recibió el galardón, a pesar de ser postulado numerosas veces, pero sí lo obtuvo el sionista Henry Kissinger en 1973, el mismo año en que fraguó el golpe de Estado contra Salvador Allende y el asesinato, la tortura y la desaparición de miles de chilenos, tal como hizo contra otros pueblos.
Del recibido por el presidente norteamericano, Barack Obama, ya se ha dicho mucho, principalmente porque fue en el momento en que el establishment que gobierna Estados Unidos ordenaba nuevas represalias e iniciaba otras en el Medio Oriente, centro de Asia y norte de África.
Y que decir de esas personalidades suizas que se autotitulan reyes de la neutralidad, término que dejó mucho que desear durante la Segunda Guerra Mundial, a pesar de la propaganda a favor de series y películas.
También se llaman neutrales elementos que pasan por alto y no se atreven a censurar lo que sucede en muchas zonas de Honduras, con desapariciones, el despojo de su territorio a las comunidades y una militarización nunca antes vista.
Es decir, una neutralidad que ayuda a cometer crímenes y delitos de lesa humanidad.
Y cómo no pensar que este mundo anda patas arriba, cuando se repasa lo que está pasando en el Medio Oriente, donde en nombre de la libertad organizaciones financiadas muchas veces por Estados Unidos y sus aliados, y extremistas que son mercenarios tienen como “trabajo” matar, torturar y masacrar a seres inocentes, en su afán de implantar el terror.
Hasta que punto ha llegado esa situación que lo más importante es sobrevivir, mientras la fuerza imperialista que blasona de democracia y derechos humanos lo dice de una manera, pero lo hace de otra, sin ética y sin interés de cumplir.
¿Democracia, derechos humanos, justicia, neutralidad? Todo lo contrario en este mundo patas arriba.

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