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Paradojas…

21 de septiembre de 2017

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La ONU, en su más reciente informe sobre el cumplimiento de la Agenda 2030, asegura que “otra vez aumenta el hambre en el mundo, afectando a 815 millones de personas en 2016, el 11 por ciento de la población mundial”.

Esto quiere decir que hay más de 38 millones de hambrientos este año que el pasado, lo que equivale a un retroceso en tan importante indicador humano.

Con esta lacerante verdad sería suficiente para comprender cuán primordial y necesario sería utilizar aunque fuera una parte del dinero que se invierte en armas y en guerras, en planes alimentarios, de combate a la desnutrición y de otros muchos males que hoy son parte de la vida o de la poca vida que asfixia a países pobres, principalmente africanos.

La otra verdad, la más omnipresente, tiene que ver con el desarrollo de armamentos, la venta de ellos a otros países, el impulso a las guerras e, incluso, el chantaje nuclear para hacer que las posibles víctimas de esa letal arma, se conviertan en los más cercanos elementos para propiciar el estallido de la guerra.

Mientras la ONU se refiere al hambre, las enfermedades y otras adversidades en aumento, Estados Unidos en la persona de su presidente, han registrado cifras récord de venta de sofisticados armamentos, lo mismo a las monarquías del golfo –que se sepa no amenazadas por nadie– que a países como Corea del Sur y Japón, supuestos blancos de un hipotético ataque de Corea del Norte.

Y, mientras el dinero corre –siempre hacia el Complejo Militar Industrial de Estados Unidos–, veamos qué dice el más reciente Informe de la ONU sobre el cumplimiento de la agenda para el desarrollo 2030.

“Exacerbados por los avatares climáticos, los cada vez más numerosos conflictos son los principales responsables de la grave crisis alimentaria actual y del resurgimiento de las últimas hambrunas.

“Las consecuencias son impactantes, unos 155 millones de niñas y niños menores de cinco años presentan retraso en el crecimiento y 52 millones sufren de desnutrición aguda (pérdida de peso).

“Por otra parte, unos 41 millones de niños tienen sobrepeso. También preocupa la anemia entre mujeres y la obesidad en adultos. Estos problemas no derivan solo de conflictos y del impacto del cambio climático, sino también de cambios radicales en los hábitos y en la desaceleración económica”, se recoge en un despacho de la agencia IPS.

“La seguridad alimentaria empeoró gravemente en varias zonas del África subsahariana, Asia sudoriental y Asia occidental. Se observó un deterioro especial en situaciones de conflicto y en conflictos sumados a sequías e inundaciones”, detalla el documento de la ONU.

Se estima que 155 millones de niños menores de cinco años todavía sufren de retrasos en el crecimiento; mientras la desnutrición infantil aguda afectó a uno de cada 12 niños menores de cinco años en 2016, más de la mitad de los cuales (unos 27,6 millones) viven en Asia meridional, indica el informe.

Otro despacho de la propia IPS refiere que el número de personas que sufre hambre en América Latina y el Caribe aumentó en 2,4 millones de 2015 a 2016, alcanzando un total de 42,5 millones, según el Estado de la Seguridad Alimentaria y Nutrición en el Mundo 2017.

Este retroceso es especialmente fuerte en América del Sur, donde el hambre creció de cinco por ciento en 2015 a 5,6 por ciento en 2016, lo que explica la mayor parte del aumento del hambre en la región, concluye.

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