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Para los que tengan dudas

29 de mayo de 2019

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Precisamente en el hospital que me encontraba recluido hace solo tres días, una acompañante de mi vecino de sala me expresaba dudas sobre las posibles responsabilidades de los palestinos en su conflicto con Israel.

Dentro de mis limitadas posibilidades debido a la convalecencia, traté de explicar —y lo más difícil— convencer a aquella joven, instruida y con —muchos deseos de aprender—, me confesaba.

Ya en casa, y con la inquietud en cuanto a que pueden sumar muchos los necesitados de más información sobre el tema, leí algunos materiales de archivo y acudí a las redes para actualizar la información.

Resulta que solo hace unos días, el 15 de mayo, se cumplieron 71 años de aquello que en árabe se conoce como Nakba y que su traducción al español sería «catástrofe».

El sitio digital Al Mayadeen, se remonta a siete décadas atrás, cuando Israel emprendió una campaña de violencia  y expulsiones masivas de los palestinos, mientras se asentaban los judíos, sin tener en cuenta la resolución de la ONU emitida al respecto.

Se produjo así la Nakba palestina, la catástrofe que significó la expulsión masiva de los palestinos, y la creación del nuevo estado sionista.

Todo partía del compromiso del gobierno británico de entonces —metrópolis que ocupaban y colonizaron esas tierras— de respaldar la creación del nuevo estado para 100 000 inmigrantes judíos que estaban dispersos por distintas regiones del mundo.

La Resolución 181 de la ONU, de 1947 establece la existencia y convivencia de dos estados, uno palestino y otro israelí, y que Jerusalén pasaría a ser una ciudad palestina bajo gestión internacional.

Eso es lo que dice el papel, pero la práctica, sin que nadie la detenga, es que el nuevo estado sionista ha llegado a apoderarse del 78% de lo que se conoce como la Palestina histórica.

Entre los años 1947 y 1949 Israel expulsó entre 750 000 y 1 millón de palestinos de su territorio, los que hoy viven como refugiados en la diáspora.

A ello se suma la destrucción de 400 ciudades y aldeas palestinas, solo entre los años 1948 y 1950.

La historia recoge que en esos años unos 13 000 palestinos fueron asesinados, miles han resultado heridos, y sus casas y negocios destruidos.

Y considero muy importante conocer estas cifras,  para entender los por qué de una confrontación que los grandes medios de prensa occidentales  justifican como con iguales responsabilidades de israelíes y palestinos. Y no lo es ni lo fue nunca.

Los distintos gobiernos israelíes encontraron en Estados Unidos la «fórmula» de seguir matando palestinos, destruyendo sus viviendas y construyendo asentamientos judíos y —muy importante— ese estado fue convertido por Washington en la punta de lanza con poderío militar nuclear, para también amenazar a países vecinos a los que, como en el caso de Siria, le arrebató las Alturas de Golán, que hoy —según Trump—pertenecen al estado sionista y que el premier Benjamín Netanyahu,  en reciprocidad, le puso el nombre del presidente estadounidense.

En fin, y de ningún modo para justificar a una de las partes involucradas en el conflicto, Israel es solo una pieza dentro del engranaje geopolítico de los Estados Unidos, cuyo gobierno actual se empeña en un llamado «Acuerdo del Siglo» que no sería más que pedir la claudicación palestina, que Jerusalén sea solo la capital del Estado sionista, y que no regresen a su patria los millones de árabes obligados a abandonar su territorio y emigrar hacia los más disímiles lugares.

Si esta información contribuye en algo, a aclarar las dudas de alguien, agradezco mucho la «provocación» de la acompañante del paciente que compartía la sala en el Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular.

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