ribbon

Paquistán, digno de mejor suerte

16 de noviembre de 2016

|

 

Cuba, sus médicos, aquellos que por su profesión han tenido que tratar con representantes del pueblo de Paquistán, sienten en carne propia cada desmán enemigo para cercenar su derecho a la vida o impedir que ejerza plenamente su independencia y libertad.

Terremotos, inundaciones, golpes de Estado palaciegos, impedimentas para que no se ejerza aunque sea la menguada democracia al estilo occidental, son cuestiones que se suceden unas tras otras, que en los últimos tiempos se reflejan en continuados ataques suicidas y luchas interreligiosas, coronados por los experimentos belicistas de Estados Unidos con cada vez más sofisticados aviones sin piloto o “drones” contra zonas de su territorio, bajo el pretexto de brindar refugio a la resistencia del vecino Afganistán.

Los continuados y sangrientos atentados suicidas en territorio paquistaní, donde EE.UU. presiona a Islamabad para que el ejército invada zonas tribales fronterizas, llaman a la reflexión sobre el quehacer de la política imperialista norteamericana en el centro de Asia, que sembró el caos en Iraq, arrasa sistemáticamente Afganistán y conspira contra la institucionalidad en Paquistán.

Muchos dichos de paz, pero más abundantes hechos de guerra acompañan el hacer (¿deshacer?) del principal Estado terrorista del mundo, responsable de que estos se extiendan anárquicamente.

No hay dudas de que como consecuencia de largos años de inestabilidad política, conflictos interétnicos y religiosos, presiones de Estados Unidos y guerras fronterizas, Paquistán –una potencia nuclear, con más de 170 millones de habitantes, el 97% musulmanes– se haya hoy en medio de un dilema en el que imperan intereses ávidos del petróleo regional y los escollos a una respuesta oficial consecuente.

Las presiones a Islamabad no es algo nuevo: nacen desde su independencia en 1947, provenientes principalmente por Estados Unidos, molesto por la amistad de la vecina India con la ex Unión Soviética y su papel en el Movimiento de los Países No Alineados.

Así, la Agencia Central de Inteligencia empleó el territorio paquistaní para crear facciones opuestas a la presencia militar soviética en Afganistán, una de las cuales, el Talibán, con jóvenes reclutados en las escuelas islámicas, entrenada por el Servicio de Inteligencia Militar (SIS) de Paquistán, fue decisiva en la confrontación, e integró en Kabul un gobierno no dócil a Washington.

Los ataques del 11 de septiembre del 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono sirvieron de pretexto al régimen de Bush para acusar a los talibanes y a su aliado Osama Bin Laden -luego asesinado en Paquistán- como instigadores del hecho, a fin de lanzar una agresión que ya había sido fraguada.

Presiones y amenazas sobre los sucesivos gobiernos paquistaníes los colocaron en apariencia a favor de los agresores, en tanto gran parte del pueblo simpatizaba con los talibanes y otros grupos islámicos, con diferentes métodos de resistencia, algunos de dudable validez, al tomar vidas de personas inocentes.

La cuestión es compleja, porque muchos soldados e integrantes de los servicios de inteligencia son pashtunes, etnia mayoritaria entre los talibanes, por lo que tienden a fracasar las invasiones a las zonas tribales que apoyan acciones rebeldes, incluida la destrucción de convoyes para las tropas ocupantes en Afganistán.

Ello incluyó un reciente ataque suicida a la mayorbase de los aliados “otanistas” de Estados Unidos en Afganistán, que se mantiene militarmente con miles de soldados y oficiales, y volvió a introducir “tropas especiales” en Paquistán para supuestamente combatir el “terrorismo”, cuando ya se comprobó que protege a unos 3 000 integrantes del realmente terrorista Estados Islámico, con el fin decombatir a los talibanes.

Así, la actual Administración, que propagandizó a bombo y platillos la retirada de sus tropas, no emplea abiertamente a las que quedan, a fin de evitar un mayo número de bajas propias, en tanto sus bombardeos con aviones causan muchas víctimas civiles.

No importan las protestas de Islamabad por los ataques aéreos norteamericanos contra civiles paquistaníes, porque en la mentalidad de quienes dirigen la guerra, esos que llaman “halcones”, están vigentes las palabras pronunciadas hace diez años por el entonces subsecretario norteamericano de Estado, Richard Armitage, quien dijo que su país “bombardearía a Paquistán y lo haría regresar a la Edad de Piedra, a menos que luchara contra Al Qaeda”.

Comentarios