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Panamá: encuestas fallidas

7 de mayo de 2014

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El resultado de las elecciones panameñas, particularmente en lo que respecta al sufragio presidencial, reiteró de manera espectacular los fallos que en los últimos tiempos han tenido lugar en cuanto a los pronósticos y las encuestas previas a los distintos comicios celebrados en el área centroamericana recientemente.

En otras regiones del mundo esto fue notorio durante la elección presidencial en Irán, donde el candidato considerado en tercer lugar por la mayoría de las encuestas resultó el ganador en primera vuelta, no teniendo que celebrarse siquiera la segunda vuelta electoral.

En el caso panameño, aunque estaban formalmente inscriptos siete candidatos presidenciales, eran solo tres los que presentaban posibilidades reales de vencer en estos comicios de una sola vuelta electoral, -no hay aquí segunda vuelta,- donde además se eligieron al total de los 71 diputados a la Asamblea Nacional y a 77 alcaldes, para un período de cinco años en todos los mandatos.

Desde hace varias semanas las encuestas mostraban como ganador, -en muchas de ellas,- al candidato del partido de gobierno, el ex ministro José Domínguez Arias, mientras otras lo hacían respecto al candidato del Partido Revolucionario Democrático (PRD), el ex alcalde capitalino Juan Carlos Navarro. Prácticamente ninguna otorgaba posibilidades al vicepresidente y ex canciller Juan Carlos Varela, candidato por el Partido Panameñista en alianza con el Partido Popular el cual era situado generalmente en una tercera posición y, por tanto, sin muchas posibilidades de dirimir la victoria final entre los dos más votados.

Como es conocido, sin embargo, el candidato Varela se adjudicó el triunfo presidencial por un margen relativamente amplio de casi diez puntos sobre el gubernamental Arias, mientras que el opositor Navarro quedó en el tercer puesto. Las elecciones fueron consideradas como muy reñidas y ello se expresa en el hecho de que hubo una elevada concurrencia a las urnas, con un inusitado 75 por ciento de votación.
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En resumen, lo cierto es que al margen de errores metodológicos o intentos conscientes de manipulación y alteración con el propósito de influenciar en un sentido u otro a parte del electorado, las encuestas mostraron en esta ocasión nuevamente un importante grado de relatividad respecto al voto presidencial como ya había ocurrido en Costa Rica hace pocas semanas, donde el candidato finalmente ganador llegó a aparecer en cuarto lugar de las preferencias de voto durante la campaña electoral.

También se han dado a conocer los resultados en cuanto a la Asamblea Nacional panameña y su futura composición los cuales muestran diferencias respecto al balance presidencial, pues el partido de gobierno habría obtenido 28 escaños, seguido por 22 del PRD y 12 de los panameñistas, lo que obligaría a alianzas y acuerdos entre ellos mismos u otros partidos menores.

Los observadores y analistas de la política panameña han coincidido en que estos resultados no son sorprendentes, si se tiene en cuenta el masivo rechazo popular al creciente nivel de corrupción, robo y enriquecimiento ilícito que propició el mandato gubernamental saliente, calificado como sin precedentes en el pequeño país, que con un crecimiento económico elevado sólo logró hacer más ricos a los pocos ricos y mucho más pobres a las mayorías, profundizando una gran desigualdad social que ha llegado a ser la segunda en América Latina.

El electo presidente Varela ha advertido en sus intervenciones públicas que el adecentamiento de la gestión de gobierno será la primera prioridad en el cumplimiento de sus promesas electorales, encaminadas a sacar a Panamá y a su administración pública del pantano moral en que fue sumergida durante el período presidencial que concluye.

En cuanto a su proyección exterior, este gobierno saliente se caracterizó, -especialmente a partir de la salida de Varela de la Cancillería,- por su actuación genuflexa al servicio de los intereses de Estados Unidos, como peón contra la unidad y la integración latinoamericana y caribeña.

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