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Pájaros de cuenta

1 de abril de 2015

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No me gusta empezar un comentario con hechos acaecidos años atrás, pero considero necesario recordar que, dentro de las estrategias y el concubinato de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de Estados Unidos, con todo su andamiaje de guerra ideológica, se llevó a cabo un encuentro en marzo del 2008 en Rosario, Argentina, en el que se encontraron varios miembros de la Internacional Liberal con Roger Noriega, José María Aznar, los ex presidentes mexicano Vicente Fox, el ecuatoriano Osvaldo Hurtado, el boliviano Jorge Quiroga y el uruguayo Luis Lacalle, quienes arremetieron contra Cuba, Venezuela y Bolivia.
Algunos de ellos forman parte en este 2015 del actual andamiaje para derrocar al legítimo gobierno de Nicolás Maduro, con la particularidad de que a ese malévolo grupo se ha sumado Felipe González, “Felipón”, manejado por la inteligencia imperial para tratar de dar “prestigio” a esos inventores de fábulas.
Recuerdo que en una conversación con cuatro trabajadores del aeropuerto madrileño de Barajas, todos militantes del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), coincidieron por separado que votarían por Aznar, candidato del opositor y derechista Partido Popular (PP), porque no soportaban a un Felipón que durante 13 años no había cumplido sus promesas ni hecho nada por el pueblo.
Y es que el ciudadano español ha utilizado su voto en esa democracia representativa como fórmula de castigo, independientemente del bando en que milite.                                                                                              Así, Aznar fue electo para castigar a Felipe González, en una sucesión que llega hasta nuestros días, en que Rajoy fue el premiado, luego de los desajustes de Zapatero.
Sería muy tedioso escribir sobre qué representó la elección de Aznar para España y su total genuflexión en cumplimiento de la política imperial. Sin embargo, el pequeño personaje, de igual estatura que el dictador Franco, siempre fue abiertamente reaccionario, no se andaba por las ramas.
Pero “Felipón” era presentado de otra manera, como un demócrata a toda prueba, cuestión que fue desmentida por el investigador Alfredo Grimaldos en su libro La CIA en España.
González fue uno de los principales beneficiarios de la “transición española”, es decir, de la dictadura franquista a la “democracia” al estilo occidental.
Como Estados Unidos no quería que en España se presentase una situación igual a la de Portugal, con la Revolución de los Claveles, con un marcado protagonismo del Partido Comunista, realizó todo tipo de maniobras para reinventar un partido socialista, el Partido Socialista Obrero Español, con “Felipón” al frente, quien logró aislar a los comunistas, eliminó la palabra marxismo de los estatutos de la agrupación, apoyó las políticas guerreristas de Margaret Thatcher y Ronald Reagan y obtuvo la adhesión de España a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Tal individuo fue un neto representante de la maldad, como ahora se presenta de peón en las acciones contrarrevolucionarias contra Venezuela.
Por ese camino anduvo Aznar, pienso que menos “brillante”,
cuya parentela anda muy imbuida en asuntos que impidan el
desarrollo de un movimiento verdaderamente popular, luego de los desengaños sufridos con el PSOE y los compromisos que lastran a Izquierda Unida.
Ahora con el movimiento Podemos ganando fuerza y encabezando la cada vez mayor lucha contra la desigualdad y la injusticia, el PP aprovechó su mayoría parlamentaria para, en la voz de otro Aznar, “Luisin”, dictar y aprobar leyes que limitan y castigan las manifestaciones.
Lo puede hacer porque tan insana es la época franquista como la actual, en la que el robo del erario público, su reconocimiento y el poco o ningún castigo de ello es algo que trasciende como comidilla de una prensa nada libre, si no ceñida a lo que el o los dueños determinen, siempre en un engañador juego “objetivo”.
Difícil digerir a una clase gobernante divorciada de la realidad circundante, incapaz de vivir la vida de un pueblo que cada día tiene que luchar para sobrevivir, trabajar en un ambiente adverso.
Decía el escritor español David García Martín que le gustaría que  “el Presidente del Gobierno, y el de la oposición, tuvieran que tratarse, junto a su familia, en la sanidad pública, como cualquier otro ciudadano con sus largas listas de espera para operarse; sus camas en los pasillos, donde los catéteres van y vienen enchufados a los brazos en una danza constante; o la tristeza de la enfermedad contagiándose en las largas horas que se padecen en las salas de urgencia”.
Toda una historia de traiciones en las que tienen mucho que ver esos “pájaros de cuenta”.

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