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Otro Tratado roto por Trump

12 de agosto de 2019

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La ecuación es sencilla: Un misil nuclear ‎estadounidense de alcance intermedio instalado en Europa puede alcanzar Moscú, mientras que ‎un misil similar instalado por Rusia en su propio suelo sólo puede alcanzar las capitales ‎europeas… pero no llegará hasta Washington.
¿Qué significa esto?
Estados Unidos acaba de tirar al cesto de la basura otro acuerdo más de los que mantenían cierto equilibrio entre potencias nucleares: el Tratado sobre las ‎Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF, por sus siglas en inglés).
Es una noticia a la que se ha dado muy poca cobertura mediática en algunos estados europeos y no deja de ser uno de los problemas más complicados dentro de la geopolítica mundial, otra vez por culpa total del gobierno de Estados Unidos.
En el caso de las naciones europeas, la decisión de Donald Trump de romper con este tratado tiene un dramatismo muy grande, ya que estos países, en caso de una confrontación nuclear entre las dos grandes potencias, estarían en la primera línea del enfrentamiento.
Otra gran preocupación debido a este paso irresponsable de Estados Unidos es la vuelta a una nueva carrera armamentista, que cada vez haría más inseguro al mundo y menos protegido a alguno de sus habitantes, ya sea en América, Europa, o en otro continente.
Hoy se recuerda con nostalgia aquel paso dado por Washington y Moscú de firmar, en 1987 el Tratado para la Eliminación de Misiles nucleares de mediano y corto alcance.
Un colega me preguntó por estos días sobre cuál es el sentido real de que Washington termine con este Tratado, que era una garantía para la paz mundial.
Aunque la conversación se extendió más de una hora, la resumí diciéndole: «Habría que preguntarle a Trump por qué rompió con el Tratado Nuclear con Irán; por qué se retiró de los Acuerdos sobre el Cambio Climático; y así sucesivamente varios por qué, que ni el propio Trump ha explicado y borró de la agenda de vida y de trabajo, no solo de Estados Unidos, sino de la ONU y demás organizaciones internacionales, y de otras potencias, aliadas o no de Washington.
El tratado ahora fenecido había sido firmado en 1987 por Ronald Reagan y Mijaíl Gorbahov, y como parte del control de armas, se prohibían todos los misiles nucleares y convencionales de corto y medio alcance (con un rango entre 500 y 5.500 kilómetros) .
Cuatro años más tarde, casi 2 700 misiles habían sido destruidos y ambos países podían inspeccionar las instalaciones del contrario.
Ahora, una espiral armamentista volverá a levantar cabeza en el mundo, a la vez que la Unión Europea ya dio luz verde al despliegue de nuevos misiles nucleares estadounidenses en su territorio.
La OTAN, mientras tanto, bate palmas al lado de la posición estadounidense y se involucra plenamente en una carrera armamentista que debía frenarse, si es que aún hay tiempo para ello.
El Pentágono ha informado que se prepara para desplegar nuevos misiles nucleares de alcance intermedio, no solo contra Rusia sino también contra China, dos países que están perfectamente en condiciones de responder ‎con el despliegue de nuevo armamento nuclear. ‎

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