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Otra vez la CIA

26 de diciembre de 2013

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Resulta alarmante lo dado a conocer la víspera por el periódico norteamericano The Washington Post, respecto a que la CIA contribuyó con el ejército colombiano en el asesinato de dirigentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Precisamente ahora, cuando las conversaciones de paz entre la organización guerrillera y el gobierno de Colombia avanzan, no sin dificultades, pero con optimismo por ambas partes en cuanto a encontrar el camino de la paz en ese país.
Pero, como ha dicho el ex presidente colombiano, Ernesto Samper, “no debe sorprender a nadie que la Agencia Central de Inteligencia, haya prestado ayuda al Ejército de este país para matar a dirigentes de las FARC”.
“No creo que nos deba sorprender, si ya todos los países, inclusive los mejores aliados de Estados Unidos, como Alemania e Inglaterra, aparecen “chuzados” (intervenidos) por los servicios de inteligencia de los Estados Unidos, pues nosotros qué podemos esperar para el nuestro”, recalcó Samper.
El diario estadounidense The Washington Post, publicó que la CIA llevó a cabo un programa de acción encubierta que permitió a las fuerzas colombianas eliminar al menos a dos docenas de líderes rebeldes.
La ayuda secreta, que también incluye espionaje sustancial de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), ha sido financiada a través de un presupuesto multimillonario que no forma parte del paquete oficial de 9 000 millones de dólares del llamado “Plan Colombia”.
Ahora bien, ¿quién fue el mandatario que autorizó tales crímenes? Pues nada menos que George W. Bush, el mismo que tiene el patrimonio de haber lanzado guerras contra naciones lejanas como Iraq y Afganistán; el inventor de que todo el que tuviera facciones árabes es terrorista; el de las cárceles secretas y los campos de exterminio como el que instaló en la ilegal base de Guantánamo, entre otros.
Y ¿quién era el mandatario colombiano que participó en tales hechos? Pues fue Álvaro Uribe, el mismo que luego, desde la sombra, participó en los planes de desestabilización de la República Bolivariana de Venezuela.
De acuerdo con la publicación norteamericana, la operación encubierta comenzó extraoficialmente el 13 de febrero de 2003, cuando las FARC secuestraron a cuatro estadounidenses que volaban en una avioneta en Colombia.
Acciones de este tipo ponen en evidencia no solo la intromisión norteamericana en los asuntos internos de otros países, sino el hecho de que la CIA y el gobierno de la Casa Blanca tengan las manos manchadas de sangre, lo que, en última instancia ha provocado que el conflicto interno en la nación sudamericana se prolongue y que las autoridades locales se vean más obstaculizadas de encontrar soluciones, por cuanto en muchos casos están comprometidas con lo denunciado por The Washington Post.
Una vez más aparece la CIA involucrada en acciones que se pueden catalogar como terroristas y a las administraciones yanquis comprometidas hasta los tuétanos con tales hechos.
Ahora, lo más importante es salvar el actual proceso de paz, porque el pueblo colombiano tiene derecho a vivir en paz y el prolongado conflicto debe solucionarse con el diálogo y la participación ciudadana.

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