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Otra vez Irán, ahora con Trump

26 de junio de 2017

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Hace algunos años escribí un artículo con el título de “Desentrañando un ultimátum”, en el que analizaba las amenazas del gobierno norteamericano de entonces, en relación con el tema nuclear de la República Islámica de Irán.

No era la primera vez, ni la última, en que una administración de Estados Unidos usara la mentira, la manipulación y la arrogancia, para tratar de meter miedo a un país soberano que se preocupa y ocupa por el desarrollo y el bienestar de su pueblo.

Del Programa Nuclear iraní se dijo y escribió todo lo malo que se pueda suponer. Era denominador común, tanto en los criterios predominantes de las administraciones norteamericanas como en la gran prensa a su servicio, el desconocimiento real de la cultura persa, las tradiciones de ese pueblo, de lo que está y no está permitido dentro de los cánones del Islán.

La República Islámica de Irán no contempla ni puede contemplar porque su religión no lo permite, el desarrollo de armas nucleares ni de programas ofensivos contra la civilización humana.

Era y es el Programa Nuclear de la nación persa un derecho soberano para el desarrollo de esa energía en función de la salud humana y del avance energético que permita la existencia misma de la nación.

Hace apenas un año, siendo Barack Obama presidente de Estados Unidos, y luego de mostrarse una verdadera cultura de resistencia por parte de Irán, que no admitió ni creyó en amenazas ni en sanciones, se logró la firma de un Acuerdo Nuclear reconocido por ambas partes y muy aplaudido por la comunidad internacional.

No era nada nuevo. Simplemente Estados Unidos tuvo que admitir que el Programa Nuclear era con fines pacíficos y el Organismo Internacional de la Energía Atómica, luego de varias y exhaustivas revisiones, así lo avalaba.

Fue de gran alivio para la humanidad toda que aquel acuerdo se hubiese firmado, por tratarse de un asunto muy peligroso como la energía nuclear y de una región ya cargada de conflictos a la que no se le debe añadir leña para evitar un fuego de impredecibles consecuencias.

Ahora, como ocurre en otros escenarios, el nuevo mandatario norteamericano, Donald Trump, parece olvidar aquel acuerdo y más peligroso aún, tanto él como sus principales asesores, se empeñan en incentivar la mentira y la manipulación como armas de guerra que puedan doblegar la postura soberana iraní y no permitirle su desarrollo pacífico.

Más que todo, Washington quiere detener la influencia y la solidaridad iraní para con el pueblo de Siria y la sufrida nación palestina.

La más reciente de estas manifestaciones están contenidas en las declaraciones del secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, que, aunque antes había admitido que Irán ha cumplido plenamente con el Acuerdo Nuclear suscrito con el Grupo 5 más 1, ahora cambia de “palo para rumba”  y ha dicho que “se ha fracasado en lograr el objetivo de un Irán desnuclearizado”.

Olvidan los nuevos ocupantes de la Casa Blanca que el citado acuerdo permite a Teherán mantener su programa nuclear civil bajo estrictos controles y desde su implementación tanto EEUU como el Organismo Internacional de la Energía Atómica han afirmado de forma repetida que Irán lo ha cumplido escrupulosamente.

Con el calificativo nada nuevo y bien ridículo de que “Irán es un Estado patrocinador del terrorismo”, la administración Trump insiste en encender una nueva chispa en un campo minado que puede extender sus llamas allende los mares.

Recordemos los recientes discursos del presidente Trump  en Arabia Saudita, donde no solo arremetió contra Irán y su programa nuclear pacífico, sino que estimuló a los anfitriones del Golfo para exacerbar una política de guerra que ya parecía desechada por su inconsistencia.

De igual forma, Trump se complacía en arremeter contra Irán para que su punta de lanza en la región, el régimen sionista de Israel, le aplaudiera y estimulara en sus diatribas malsanas contra la nación persa.

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