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Otra vez Almagro

15 de febrero de 2018

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Figura detestable de esas que venden su alma al diablo y finalmente son aborrecidas hasta por el propio diablo. Ese es Luis Almagro, el secretario general de la desprestigiada OEA, el que acude de vez en vez a la guarida anticubana de Miami y allí se reúne con sus similares para desbarrar de Cuba, Venezuela y otros ejemplos latinoamericanos.
Esta vez el tema recurrente no podía ser otro. El proceso electoral cubano y la próxima cita para las presidenciales en Venezuela, eran los blancos de los dardos envenenados del personaje en cuestión.
Respecto a nuestro país se atrevió a advertir que “no se puede aceptar una sucesión no democrática en Cuba”.
Al respecto valdría preguntar a este señor quién le ha dado autoridad para “aceptar o no” lo que hagan democráticamente los cubanos. Sus palabras, para complacer a algunos de los reunidos en Miami —incluyendo a uno u otra que viajaron desde la Isla—, parecen propias de quienes se detuvieron en el tiempo hace más de 60 años y se aferran a seguir obteniendo dinero de sus amos de Washington.
¿Cuál es el concepto de democracia del que habla Almagro? ¿De la estadounidense, por casualidad?
También el jefe de la OEA, copiando lo planteado por el secretario de Estado, RexTillerson, en su reciente gira por cinco países latinoamericanos, planteó que no serán bienvenidos a la Cumbre de las Américas a celebrarse en Perú, los gobernantes de Cuba y Venezuela.
De sus diatribas anticubanas hay un párrafo demostrativo del grado de ignorancia y opacidad del señor Almagro, cuando al referirse a nuestro país dijo que el “régimen ha privado de los derechos básicos al pueblo cubano durante seis décadas”.
¿De qué derechos básicos habla este señor? ¿Conoce él cuáles son los indicadores de salud, educación, esperanza de vida y otros, que exhibe Cuba? ¿Sabe Almagro que esos indicadores son mejores que los del resto de los países de la región y que en muchos casos están al nivel o por encima de los de naciones del llamado Primer Mundo?
Con toda razón el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba ha dicho que Almagro no tiene credibilidad, moral o ética, para juzgar lo que hacen el gobierno y el pueblo cubanos.
Su intento por desconocer el sistema electoral cubano decidido por nuestro propio pueblo y descalificar el proceso democrático que vive Cuba por decisión propia, es una más de las tantas ya aburridas campañas dirigidas desde Estados Unidos, con la intención de sembrar dudas y tratar de crear divisiones entre los habitantes de la Isla.
Reunirse en Miami para hablar mal de Cuba y hacerse acompañar por personajes de una fábula aburrida y desgastada, resta credibilidad —si es que le queda alguna— a una organización como la OEA y a su máximo representante, Luis Almagro, devenidos en fósiles incompetentes, aunque esta vez se hayan reunido dentro de un museo miamense.
Nosotros, acá, en la Cuba nuestra, seguiremos perfeccionando nuestra democracia y dando continuidad a un proceso revolucionario que vino para quedarse y que luego de más de 60 años, está más consolidado que nunca.
El pueblo lo ha demostrado una y otra vez, no solo en el momento electoral, como lo haremos el 11 de abril próximo, sino con la participación ciudadana cotidiana en el esfuerzo común de consolidar lo que tenemos y avanzar mucho más.
Sepa Almagro que ni la OEA nos quita el sueño y mucho menos él, un personaje carente de moral ni siquiera para opinar sobre nuestros países latinoamericanos, aunque por error y por ser un peón de Washington esté al frente de esa organización.

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