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OTAN-FMI: Cóctel explosivo contra Yugoslavia

1 de abril de 2024

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Por estos días, el pasado 24, medios progresistas recordaron el aniversario 25 del inicio de la agresión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra Yugoslavia, sin conocimiento del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, con amplio trabajo de las inteligencias norteamericana y alemana, en un estatus completamente ilegal.
Las únicas repúblicas sobrevivientes en ese entonces, Serbia y Montenegro, sufrieron ataques durante 78 días, a causa de lo cual murieron 2 500 personas, entre ellas 78 niños, numerosos periodistas de la radio y la televisión y tres funcionarios chinos, estos últimos en una acción plenamente intencional contra la embajada de la nación socialista.
Se arrojaron 9 160 toneladas de explosivos contra las ciudades e infraestructuras del país, civiles en su mayor parte. Unas 15 toneladas de la munición empleada contenían uranio empobrecido, de efectos nocivos para el medio ambiente y la salud humana. Desde entonces, Serbia experimentó un auge de casos de enfermedades oncológicas, casi 60 000 nuevos pacientes cada año, cifra muy alta para un país de poco más de siete millones de habitantes, sin contar la provincia de Kosovo. Y es el país europeo que presenta mayor porcentaje de muertes provocadas por cáncer.
Todo esto causó la desconfianza de Rusia hacia la OTAN, algo que fue plenamente comprobado y justificó el inicio de la operación militar de Moscú en Ucrania.
Los mayoritarios medios, al servicio del imperialismo, hicieron creer a la opinión pública que cuando las bombas empezaron a caer sobre Yugoslavia, caían sobre un personaje maléfico y sobre los malévolos serbios, que buscaban perpetrar una limpieza étnica en Kosovo, aunque al final fueron ellos los expulsados.
Las crónicas de los medios de comunicación asumían sin cuestionamiento alguno los partes de guerra que distribuía Jamie Shea, el entonces portavoz y jefe de Prensa de la OTAN, que aseguraba que solo se atacaban objetivos militares y con armamento inteligente.
Los partes informativos replicaban la verdad de la OTAN: los muertos kosovares siempre eran una masacre étnica de civiles, mientras que los civiles serbios muertos nunca existían. Las viudas y huérfanos entrevistados siempre eran albaneses o bosnios.

 

EL PRIMER PASO

 
La agresión fue en realidad el primer paso de un plan que en EE.UU. gestó un grupo de presión que posteriormente llegó al poder con la presidencia de George W. Bush, el cual preconizaba el New American Century, según el cual el siglo XXI, después de la destrucción de la URSS, debía ser un siglo estadounidense con Estados Unidos como hiperpotencia, una visión que tiene elementos en común con el sueño de los 1 000 años del III Reich.
Yugoslavia fue una nación con un gran poder industrial y una economía próspera. Veinte años antes de 1980, el crecimiento del producto interior bruto (PIB) promediaba el 6,1%, la atención médica era gratuita, la alfabetización era del 91% y la expectativa de vida alcanzaba los 72 años. Pero después de una década de mala administración económica y cinco años de desintegración, guerra y boicot, la economía colapsó.
Era un estado único, que abarcaba tanto Oriente como Occidente. Además, su presidente, Josip Broz Tito, era uno de los principales miembros del Tercer Mundo o el Grupo de los 7, que era una alternativa ante los países más poderosos. Era una frase común, y cierta, decir que “Yugoslavia tenía siete fronteras, seis repúblicas, cinco nacionalidades, cuatro idiomas, tres religiones, dos alfabetos y un líder”.
Sin embargo, después de la muerte de Tito, y con el ascenso de Gorbachov en la Unión Soviética, la promulgación de iure de la perestroika y el glásnost, Occidente se sintió tan seguro de conocer las intenciones de la URSS que Yugoslavia ya no significaba una central de importancia estratégica.
Pese a que Belgrado no fomentó alianzas y sus importantes relaciones con la Comunidad Europea y Estados Unidos, la administración de Ronald Reagan específicamente apuntó a la economía yugoslava en una operación secreta en 1984, para promover una ‘revolución callada’ , con el fin de derrocar a los gobiernos y partidos comunistas, mientras se volvían a integrar los países de Europa Oriental en una economía orientada al mercado.
Hay muchas aristas y hechos al respecto, pero detrás de esto, y aprovechando las debilidades de varios dirigentes, el Fondo Monetario Internacional se convirtió en el instrumento ideal del imperialismo.

 

AL FONDO CON EL FONDO

 
El desmembramiento de Yugoslavia tampoco era resultado de la aparición de tensiones y conflictos étnicos que habían sido contenidos en una especie de “congelación” durante los anteriores 40 años.
El verdadero origen del colapso del orden político y social yacía en la decadencia económica causada en gran parte por el pago de deudas impuesto por el Fondo Monetario Internacional y otras instituciones financieras.
Más de una década de austeridad y descenso del nivel de vida erosionó la estructura social y la seguridad en que se basaban individuos y familias. Los conflictos políticos normales entre el gobierno central y los gobiernos regionales y sobre las reformas políticas y económicas necesarias para pagar las deudas, se convirtieron en conflictos constitucionales seguidos de una crisis estatal entre los políticos que no estaban dispuestos a transigir.
La causa que conecta el programa del pago de la deuda impuesto por el FMI y el desmembramiento de Yugoslavia fue también el tema de un artículo en el sitio Polyconomics, Inc. (www.polyconomics.com) presentado por el director del sitio, Jude Wanninski, un antiguo asociado editor del Wall Street Journal:
“En 1987, la vieja Yugoslavia, con todos sus errores trágicos, era todavía un Estado en funcionamiento. Después, el Fondo Monetario Internacional asumió la política económica, imponiendo varias ‘terapéuticas shock’ bien conocidas: devaluación, congelación de salarios, y liberalización de precios, diseñado en el libro de economía de principios Harvard/MIT, lo cual significaba reducir los sueldos hasta un nivel en que fuesen competitivos internacionalmente.
“Según se contrajo la economía debido a tal shock, los ingresos del gobierno central disminuyeron, desencadenando la presión del FMI sobre el gobierno para que aumentase los impuestos y así nivelar el presupuesto….
“Estas fuerzas centrífugas comenzaron a desgarrar la Federación, haciendo que las ricas provincias de Croacia y Eslovenia se negaran a ser despojadas de sus recursos por las provincias más pobres. Al igual que la URSS se descompuso cuando el FMI intimidó con amenazas al gobierno de Gorbachov y le obligó a devaluar el rublo, Yugoslavia se hizo añicos según la rivalidad de los grupos étnicos y religiosos se reafirmaba en su intento de controlar las reservas que iban disminuyendo rápidamente… ”.
O sea, cuando la terapéutica shock del FMI impactó sobre Yugoslavia, la forma inicial de desorden social no fue desavenencias étnicas, sino repetidas huelgas y movilización obrera.
“Yo sería un serbio, un bosniano, lo que sea, un uzbekistani, me pondría los ojos almendrados, si tuviera dinero”, decía un taxista de Belgrado llamado Zoran, estirándose la piel alrededor de sus ojos para darlo a entender.
La gente sencilla se convirtió en monstruos étnicos sólo después de que sus opciones de una vida económica normal habían sido destruidas. ‘La “limpieza étnica” comenzó sólo después de que la “terapéutica shock” había completado su trabajo.

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